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Ilustración por @pacobullicio.
Actualidad

Carta de un sobreviviente del fujimorismo a un futuro sobreviviente del trumpismo

Querido futuro superviviente del trumpismo, el fujimorismo en mi país no pervirtió el sistema, se convirtió en el sistema, y por mucho que te cueste aceptarlo, ha ocurrido lo mismo en el tuyo.

Querido futuro sobreviviente del trumpismo, lo primero que tienes que saber es lo siguiente: esto recién empieza. Ya está. Puedes considerarlo la peor de tus resacas. Y durará décadas. Cuando mi país, Perú, era sistemáticamente enajenado por Alberto Fujimori, era mucho más sencillo canalizar la rabia. Nosotros lo hicimos. Salimos a las calles, protestamos, soportamos la represión y logramos expulsarlo. Fue solo al día siguiente que empezamos a darnos cuenta de la magnitud del daño, cuando miramos a los lados solo para comprobar que todos esos años de dictadura y populismo y corrupción nos habían transformado. A todos. La desconfianza y el rencor son platos difíciles de digerir, ya sabes, estés del lado que estés. Como tú, muchos peruanos de mi generación permitimos que una sola persona se apropiara del descontento y la impotencia de muchos para convertirlos en la riqueza de algunos. En el Perú, Fujimori logró lo que, como podemos inferir de sus propias palabras, Donald Trump hubiera deseado: sabotear las elecciones, asaltar el parlamento y dar el paso definitivo hacia la dictadura. Tú has tenido un poco más de suerte, ¿no? Y sin embargo, sabes que millones de tus compatriotas habrían celebrado el fin de su propia democracia con un aplauso. Digamos 70 millones. Lo sé, yo he estado allí. Cuando Fujimori disolvió el Congreso de la República en mi país, había una especie de lógica irresistible en todo ello, especialmente para los que teníamos poco o nada: los políticos no hacen nada por ti, necesitamos mano dura, necesitamos ser agresivos, necesitamos alguien que realmente se ocupe de nosotros. Créeme, solo hay alguien más peligroso que los que no tienen nada que perder: los que tienen mucho que ganar. Y se complementan. 

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Y sí, ya sé que estarás pensando que son casos completamente distintos. Que fujimorismo y trumpismo son cosas completamente diferentes, por eso te dejo aquí la prueba definitiva: estos tipos siempre bailan mal

Recapitulando, estás en medio de la peor resaca de tu vida. Pero un momento —te dices mientras empiezas a reconocer el lugar en el que te has despertado con un terrible dolor de cabeza—, ¿cómo demonios llegué aquí?

No, no es la economía, estúpido. La economía solo es la puta zanahoria en el extremo de ese palo afilado que llamamos política. Y como probablemente te hayas dado cuenta en estos últimos años, ese palo puede convertirse también en una estaca: es peligroso cuando quien la sujeta es un maniático, un megalómano o un imbécil. El verdadero problema es que son muchos los famélicos en busca, no de zanahorias, sino de sentido. Los has visto. Agitando banderas del pasado con rabiosa perplejidad. Parapetados en slogans. Queremos ser mejor que algo. Y nos da igual de qué. 

En tu país, como en el mío, se han cometido estragos, crímenes de lesa humanidad. Muchos y muchas fueron abandonados a su suerte como un costo asumible de la guerra. Y la guerra tiene muchos nombres: la guerra contra el terror, contra el otro, contra la institucionalidad o contra el cambio. If you got the money, honey, we got your disease. Lo has vivido, has visto cómo esas soflamas eran pasivamente amplificadas por los medios más inescrupulosos, bajo la mirada inoperante de los “partidos tradicionales”, incapaces de reaccionar ante el avance de payasos mediáticos que no ven a ciudadanos, solo a seguidores. 

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Por eso, lo segundo que tienes que saber es todavía más urgente: la desarticulación de una nación, la tuya o la mía, tiene que ver con el secuestro de las ideas. En mi país secuestraron la idea de desarrollo y la convirtieron en la música de fondo de un centro comercial. En el tuyo se apropiaron de la fuerza y la convirtieron en autoritarismo. Convirtieron la protección en un muro y no te dijeron que el muro es difícil de atravesar por ambos lados. Secuestraron la idea de libertad y la convirtieron en lucro. Tal vez para ti sea fácil verlo, tal vez has crecido en espacios seguros, en los que el intercambio no era necesariamente una confrontación. Pero tienes que saber que para muchos otros no es tan fácil. Así que suma eso a todos tus otros privilegios: eres consciente de la degradación de los discursos. Felicidades. ¿Qué vas a hacer al respecto? No es una pregunta retórica. En serio, ¿qué vas a hacer? Porque la telerrealidad en política es droga dura y estás rodeado de yonkis.

Para empezar, deberías olvidarte de la idea de que ellos no son tú. Para bien o para mal, formas parte de un circuito en el que ya no hay buenos o malos, solo hay más o menos miedo. Y quien vive en el miedo acaba en la ferocidad, Cioran dixit. Lo has visto. Tu país ha sido remecido desde sus cimientos, por fuertes que creyeras que estos eran. Y ahora eres parte de lo que queda. Y la verdadera reconstrucción pasa por recuperar las gemas entre los escombros. Y a veces hay que destrozarse las manos escarbando. Bajo el sol de Lima o de Missouri. 

Querido futuro superviviente del trumpismo, el fujimorismo en mi país no pervirtió el sistema, se convirtió en el sistema, y por mucho que te cueste aceptarlo, ha ocurrido lo mismo en el tuyo. Todos estos años después, nosotros seguimos intentando drenar esa amalgama de vicios, mentiras y egoísmo sin límites. Y no te voy a mentir, nos queda mucho camino por delante. ¿Qué te puedo decir? Cada país tiene sus recursos y sus taras. Ya sabes cuáles son los tuyos. Úsalos.

Querido futuro sobreviviente del trumpismo. Si hay algo que he aprendido en todos estos años de fujimorismo, es que no puedes ver esto en términos de victorias o derrotas. No hay victoria posible. Así que ya puedes ir olvidándote también de eso. Solo puedes intentar recuperar la mayor cantidad de sentido común que seas capaz. Y créeme, necesitarás toneladas de sentido común. Bueno, también puedes intentar encarcelar a los ladrones y violentos. Mantener a los dementes fuera de las instituciones o por lo menos no darles códigos nucleares. Eso puedes hacerlo. Mantenerlos a raya. Pero mientras existan la ambición, la injusticia, el racismo, la desigualdad, y son cosas que siempre van a existir, habrá fujimorismos y trumpismos. Son su causa y son su consecuencia. 

Te deseo buena suerte. Sé que solo tienes ganas de meterte a la cama a dormir la mona. Lo entiendo. Pero toca tragarse dos aspirinas, una coca cola y un montón de frustración. Es mi desayuno favorito desde hace casi treinta años.