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Cultură

¿Cómo se prepara un californiano de 28 años para la vida (y la muerte) en Marte?

Hablamos con Andrew Tunks, uno de los finalistas de la misión Mars One.

Andrew Tunks tiene toda la vida por delante. Sin embargo, este joven de 28 años residente en las afueras de Los Ángeles está compitiendo por dejarlo todo atrás. Esta semana ha sabido que existe un 25 por ciento de probabilidades de que muera en Marte, lo que significa que la oportunidad de arrepentirse de haber tomado una decisión impulsiva y alocada está empezando a cerrarse poco a poco.

En 2013, un grupo llamado Mars One, afincado en los Países Bajos, realizó una convocatoria abierta para todo aquel que quisiera un billete sin retorno al planeta rojo. Los únicos requisitos eran el pago de 38 dólares y tener obsesión por el espacio. A las oficinas de Mars One llegaron 200.000 solicitudes y en agosto de ese mismo año cerraron la convocatoria. Cabe señalar que muchos de los solicitantes eran un tanto raros.

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Mars One solo quiere a los mejores y más brillantes aspirantes. De hecho, los seleccionados no solo se erigirán como embajadores de la Tierra, sino que se convertirán en verdaderas estrellas de un reality show sobre el programa de formación de los candidatos. "Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que nuestros aspirantes se harán famosos en sus ciudades y, en muchos casos, incluso alcanzarán fama nacional", declaró Bas Lansdorp, cofundador del programa, en diciembre de 2013, cuando la cifra de futuribles astronautas alcanzó los 1.058. "La cosa se está poniendo muy interesante."

La expectación fue todavía mayor esta semana, en la que 100 personas –entre ellas Tunks- lograron superar una nueva tanda de pruebas. Solo queda una última ronda de selección, tras la cual los 24 futuros marcianos se dividirán en equipos de cuatro y pasarán la friolera de diez años formándose para su misión. Pasado ese tiempo –salvo algún contratiempo o que alguien se raje-, se les lanzará a Marte, donde o bien morirán rápidamente o iniciarán la colonización del planeta.

Cuando hablé con él el miércoles por la noche, el californiano parecía muy tranquilo ante la perspectiva de dejar atrás familia y pareja para pasar el resto de sus días en un pedrusco lejano. Me confesó que se había inscrito en el concurso por curiosidad, por saber hasta dónde podía llegar, aunque también porque le pareció que la idea de una tripulación internacional de colonizadores de misión en Marte sería una buena forma de "unir a las personas".

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VICE: Algunos piensan que Mars One es un ardid publicitario por el hecho de que el programa vaya acompañado de un espectáculo de televisión. ¿Cómo ha sido la relación con los organizadores hasta ahora? ¿Crees que se están tomando en serio el proyecto?

Andrew Tunks: A mí me parece que están metidos de lleno en esto. Son muy inteligentes y creo que su acercamiento es muy positivo. He conocido al Dr. Norbert Kraft, director médico del proyecto y responsable de gran parte de las investigaciones sobre los efectos del confinamiento en los astronautas. Incluso ha trabajado para la NASA. Me dijo que era curioso lo rápido que la gente se enganchaba y que la razón por la que escogían a "candidatos más normales" en lugar de astrofísicos o el tipo de perfil que uno imaginaría en una misión de este tipo era porque buscaban a personas a las que se les diera bien socializarse, ya que el estereotipo de astronauta supercachas, superbueno en todo y superlisto suele ser bastante gilipollas. Según dice, cada vez que había individuos de ese tipo en las pruebas, estas era un fracaso porque no eran capaces de llevarse bien con los demás y terminaban discutiendo y cosas así.

¿Posees alguna cualidad específica que te hace especialmente valioso para esta misión?

Creo que soy bastante amable y eso es importante. También poseo un gran sentido artístico y de la belleza y soy muy reflexivo. Me gusta meditar y me considero bastante pacífico. Eso también es importante. Por otro lado, aprendo las cosas con bastante facilidad y estoy muy metido en todo este tema. Puede sonar raro, pero creo que tengo potencial para comunicarme con la gente en general. Espero servir de inspiración más que ser el mejor en algo o aportar una aptitud concreta. Vamos a formarnos durante diez años en ingeniería, medicina y todo lo necesario para sacar adelante la colonia.

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¿Estás desencantado con la Tierra?

Me gusta mucho la Tierra. Me encantan los humanos. Creo que hemos logrado hacer cosas increíbles y hermosas. El problema es que resulta muy difícil coordinar actividades en grupo a tan gran escala para lograr que los países y las personas que los dirigen y que ganan tantísimo dinero dejen de hacerlo para centrarse en algo que beneficie a todo el mundo. El cerebro está programado para garantizar nuestra propia supervivencia. Se trata simplemente de adaptar el chip a la situación actual, en la que ya no tenemos depredadores naturales y estamos destruyendo el planeta.

¿Qué se siente al decirle a tus padres que quieres morir en Marte? Me cuesta imaginarme esa conversación.

Pues es muy gracioso, la verdad. Cada vez que saco el tema, mi madre dice: "Sabes perfectamente que no vas a ir. No puedes ir a Marte. Ni pensarlo, vamos." Cuando me inscribí, no tenía ni idea de cuánta personas más habían presentado una solicitud. Luego me enteré y empecé a tener dudas de que consiguiera pasar a la siguiente ronda, y mucho menos estar entre los 100 últimos. Por eso no lo he vivido muy intensamente hasta ahora. En cualquier caso, la decisión es mía. Quiero mucho a mis padres y les agradezco todo lo que han hecho por mí, pero es mi vida. Es un sacrificio y me partirá el corazón dejarlo todo. Aunque me asusta la idea, creo que es una oportunidad sin precedentes. Al menos debo averiguar hasta dónde puedo llegar.

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¿Te da miedo morir?

Lo tema o no, va a ocurrir de todas formas, así que, ¿qué sentido tiene tener miedo a la muerte? Pasamos muchos años aquí y luego todo se acaba, por lo que veo absurdo ese temor, no sé si me explico. En mi opinión, uno tiene miedo a la muerte cuando cree que no podrá ser feliz hasta que no consiga algo en concreto.

Según un estudio del ITM, el primer grupo de colonizadores probablemente moriría de asfixia a los 68 días de estar en Marte. ¿Este dato te frena o al menos te hace querer estar entre los últimos en ir a Marte?

La verdad es que no conocía el estudio. Lo que sé es que no quiero estar en el primer grupo. Eso debo decirlo. [Risas] Dios, cuatro personas… Ocho ya son pocos, pero cuatro personas de viaje durante siete meses y luego dos años de estancia… Es mucho tiempo para estar con tan pocas personas en un entorno tan hostil. Creo que sería más llevadero estando en la segunda tripulación.

¿Qué otras cosas echarías de menos de la Tierra, además de la gente?

La atmósfera y la naturaleza, yo diría. Disponer de aire respirable en todo momento es una bendición de la que no somos conscientes. Me encanta la naturaleza, la espesura. Me gustan las selvas tropicales, así que sería complicado estar en un lugar en el que todo a tu alrededor es yermo.

¿Se te ha pasado por la cabeza que podrías cambiar de opinión justo después de haber despegado?

He pensado en ello, pero a esas alturas ya no habría vuelta atrás. ¿Qué podrías hacer al respecto? Ya está hecho, así que asúmelo y procura ser feliz.

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¿Qué harías para no volverte loco durante los siete meses que dura el viaje?

Balancearme hacia delante y atrás, morderme las uñas y escribir en las paredes. [Risas] No lo sé. Probablemente vería películas y haría ejercicio para mantener la masa muscular, unas dos o tres horas al día. Puede que escribiera. Depende de lo que me apeteciera hacer dentro de diez años. Sería todo un reto, pero seguro que encontraríamos algo que hacer. Incluso podríamos redactar nuestra constitución por el camino.

¿Qué tareas tendrás cuando estés allí?

Seguramente serán misiones científicas. También habrá mucho trabajo de mantenimiento diario de la colonia, erigirla y planificar los siguientes pasos.

Me recuerda a un libro que leí, titulado Giants in the Earth, de Ole Edvart Rølvaag. Trata sobre unos colonizadores suecos que atraviesan todo el país y se instalanen un punto en el centro de Minnesota, donde los inviernos son horribles, con muchas ventiscas y unas condiciones de vida durísimas. El protagonista está obsesionado con la idea de formar un reino y allá donde mira ve una oportunidad para crearlo. Trabaja como un loco para hacer su sueño realidad, viendo cosas donde no las hay. Me imagino que sería algo así, estar viendo constantemente oportunidades para crear un reino y lograr una vida mejor para ti y tus compañeros colonizadores.

¿Qué pasa si al final resulta ser una mierda y no te gusta nada? ¿Qué te dirías a ti mismo para convencerte de que vale la pena?

La vida es una mierda, muchas veces. La vida es sufrimiento. Estar vivo es un reto constante, si no es por una cosa, es por otra. Puede que sea duro estar en Marte, pero no deja de ser la vida misma. Creo que ahora sería más agradable estar en Marte que en Somalia o en Siria. Hay muchos sitios horribles en la Tierra. Al menos en Marte eres dueño de tu destino, más o menos, y cuentas con el apoyo de una plataforma internacional. Es muy inspirador. Eso te da fuerzas para seguir. El mundo entero está pendiente de ti y eso te hace sentir poderoso. Creo que diciendo, A la mierda, esto es demasiado duro. Me quero morir. Voy a saltar por la escotilla ,decepcionarías a todo el mundo, a ti mismo y al universo.

Esta entrevista se ha resumido para mayor claridad.

No te pierdas la página de Andrew y su próximo libro, The Occulus, aquí.

Traducción por Mario Abad.