Han pasado tres horas desde tus últimos dos LSD, y la mercancía se empieza a activar. Lo sabes porque todo y todos a tu alrededor se ven extraños y cada vez más severos conforme el viaje se extiende. Esta no es tu primera vez, ¿pero a quién engañas? No eres ningún maestro del ácido. No eres más que un punto más en el radar colectivo de millones de psiconautas que ocasionalmente estrujan los jugos del cerebro.
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No quiere decir que el artículo no merezca una lectura detallada, ni que la forma en que voy a destilar sus conclusiones haga justicia al estudio. Pero la idea es que al modelar constantes de forma utilizando números y la teoría de las formas, los investigadores postularon por primera vez que "los patrones de conexión" que unen a la retina, la corteza visual y su circuito neuronal recorren el manantial sobre el que burbujean las imágenes psicodélicas clásicas.Al final, los investigadores encontraron una estrecha relación entre las constantes de forma, los patrones geométricos observados regularmente en estados alterados de conciencia, y plataformas, o los contornos de los objetos vistos desde arriba. Estos resultados surgen de la "especulación detallada" de la conectividad lateral de la corteza visual, la actividad cerebral fundamental para reconocer un objeto, sus contornos, y cómo se relaciona con otros objetos.Como tal, surgió una curiosa posibilidad. Si "los mecanismos corticales mediante los cuales se generan las alucinaciones geométricas" se encuentran en realidad en la corteza visual, escriben los investigadores, es lógico pensar que esos mismos mecanismos responsables de los efectos visuales geométricos psicodélicos estén fundamentalmente relacionados con aquellos que permiten a los seres humanos dar sentido a los contornos y los bordes.
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