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justicia climática

¿Por qué la juventud latinoamericana lucha por la justicia climática?

¿Quiénes son los y las jóvenes que se organizan en Latinoamérica y se hacen presentes en la cumbre climática COP26 de Glasgow para alzar la voz?

Inspirados por el movimiento Fridays For Future (FFF) de la activista Greta Thunberg, desde hace más de dos años vienen marchando cada viernes por las calles de Latinoamérica para reclamar por la crisis climática. La ecoansiedad los motoriza para seguir adelante. 

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Ya han dado batalla por un sinfín de causas ambientales y de derechos humanos como el Acuerdo de Escazú, y desde la 26° Conferencia de las Partes (COP) sobre cambio climático de la ONU les exigirán a los líderes del mundo acción inmediata para evitar el colapso ecológico.

Los siguientes perfiles de activistas climáticos de Brasil, Argentina, Colombia, México, Chile y Honduras muestran los contrastes de las distintas realidades del continente, pero también los hilos conductores que recorren la región. A continuación, un breve repaso por la trayectoria de algunos de los principales referentes de la justicia climática en América Latina.

Brasil: Paloma Costa

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Foto: Ecoa/Uol, cedida por Paloma Costa

Nacida en 1992, Paloma es una abogada que actúa desde Brasilia para todo el Brasil. Es Asesora jurídica del Instituto Socioambiental y miembro del Grupo Consultivo Juvenil sobre Cambio Climático, que funciona bajo la órbita del Secretario General de la ONU. Dice que no tiene miedo de morir por su activismo, sino por los riesgos de la crisis climática

Cuenta que desde chica fue activa, con los Scouts y el reciclaje. Pero se relacionó de verdad con la agenda climática en 2015 cuando ingresó como pasante al Instituto Socioambiental con los territorios indígenas y aprendió sobre el impacto del cambio climático en las comunidades. Creó sus propias organizaciones, como Libera Futuro, un movimiento para formar a las personas en la agenda común del clima con interseccionalidad.

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Desde que comenzó con su activismo logró sumar a más de 150 jóvenes vía Engaja Jovem de Brasil, con diferentes perspectivas: indígenas, rurales, favelas y ciudades. Construyeron juntos hasta el 2020 la agenda común para el Brasil contra la deforestación, las hidroeléctricas y en favor de otras renovables. 

Para ella la ansiedad climática se traduce en jóvenes que trabajan como voluntarios, las dificultades en conseguir financiamiento para participar en conferencias como la COP, etc. Hace cuatro años que no se toma vacaciones, sino que dedica ese tiempo para fortalecer el movimiento de las juventudes por el clima. Aún no terminó su tesis de maestría, y a veces le cuesta dormir sabiendo que hay gente que no tiene acceso al agua potable. 

“Estamos perdiendo un proceso importante de la existencia humana: se nos está quemando el mundo delante de los ojos. El Cerrado, la Amazonia y el Pantanal quemándose, dejando el cielo gris. Y a pesar de eso hay que trabajar, estudiar y vivir en un sistema capitalista; sobre todo sabiendo que aquellos que están en una situación de poder no reaccionan”, explica Costa.

“Si pensamos en el movimiento de la juventud, en los últimos años hubo mucha visibilidad gracias a Greta, pero venimos de un proceso de maduramiento en el que entendemos que no alcanza con estar en la calle. Nosotros ahora luchamos por espacios formales para ser reconocidos como parte iguales con los políticos”, comenta desde Glasgow.

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Cuenta que lo principal de su rol de asesora del Secretario General le dio visibilidad y credibilidad a un trabajo que ya venía haciendo, hoy es reconocida y de confianza a la hora de aconsejar que se escuche a los jóvenes indígenas, de Brasil y América Latina en general. Explica que el Secretario los escucha, pero es solo un hombre más, y que a pesar de su influencia, no alcanza. “Necesitamos un verdadero compromiso de aquellos que toman decisiones”, dice Paloma.

Para ella la pandemia trajo el miedo que conlleva el potencial de lograr cambios, y el riesgo de vivir nuevas pandemias en el futuro. Considera absurdo que líderes mundiales como Bolsonaro no se lo tomen en serio. En Brasil murieron más de 600.000 muertos por COVID-19 -ella perdió a sus abuelos-, y también siguen los récords de incendios.

Para Paloma la solución es muy simple: hay que dejar a la selva en pie.

Argentina: Nicole Becker

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Foto cedida por Nicole Becker

Nacida en 2001, Nicole estudia abogacía en la Universidad de Buenos Aires. Dice que por suerte tiene facilidad para balancear el activismo con sus estudios. Es miembro fundadora de Jóvenes por el Clima -el capítulo argentino de FFF-, creció con el feminismo y su primera marcha fue la de Ni Una Menos

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En febrero de 2019 vio un video de Greta en Instagram convocando a la Marcha Mundial por el Clima, mientras que en Argentina eso no todavía estaba en agenda: “¿Por qué no se habla de eso en mi país si va a ser muy afectado por el cambio climático?”, se preguntó. Entonces sus amigos de escuela crearon un grupo de WhatsApp para sumarse a la primera Marcha Mundial por el Clima del 15 de marzo, Nicole se metió para ayudar y eso terminó siendo su vida.

Considera que uno de los problemas a la hora de afrontar la crisis climática radica en la comunicación, y eso hace que la gente se sienta ajena. En la radio Futurock comenzó con una columna semanal y terminó participando de un programa sobre ambientalismo que es de los primeros en español para Latinoamérica -disponible en Spotify-, y es todo un éxito.

“Todavía hay tiempo para actuar, y eso me desvela. No lo digo yo, sino el IPCC. Estamos muy complicados, pero aún podemos no sobrepasar los 1,5°C”, comenta Nicole desde Londres. Para ella hay que pensarlo como una fiebre, pero la mala noticia es que la crisis climática no se soluciona con una pastilla. Resalta que es fundamental lograr la neutralidad de carbono para el 2045 de los países desarrollados.

“La pandemia a nivel militancia fue compleja, las redes ayudaron para que la gente conecte la problemática ambiental con su realidad cotidiana”. Becker explica que mucha gente sigue pensando en la crisis climática como un problema a futuro, y que la pandemia demostró que hay mucha desigualdad, sobre todo en vacunas: “Estamos todos en la misma tormenta pero no en el mismo barco”.

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A pesar de la pandemia, la última marcha por el clima en Argentina convocó a 35 mil personas. La COP sirve para instalar el tema en agenda: no hay tiempo que perder en materia de acuerdos, sobre todo en financiamiento de Norte a Sur para la transición energética y adaptación al cambio climático, sobre todo para abordar problemas como los incendios en Argentina

En 2019, la argentina fue becada a la COP25 en Madrid y vio la subrepresentación de jóvenes latinos en espacios como FFF, con mucho eurocentrismo, por eso luego crearon MAPA: ‘Most Affected People and Areas’. Hace unas semanas pasó por Suecia, donde participó de reuniones, huelgas y festivales con el grupo intercultural de MAPA, lo que le permitió conocer a Greta en otra faceta que no es la de una estrella: “Verla en su propio país te muestra su humildad”, comenta Nicole con una sonrisa.

Sostiene que la justicia climática es también derechos humanos y participación de la juventud en un futuro, y que no quieren ser víctimas pasivas. Por eso ha sido seleccionada como embajadora de UNICEF y ‘Campeona de Escazú’ por la CEPAL para promover la causa entre los movimientos juveniles, como herramienta para empujar la ratificación e implementación del acuerdo.

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Además, estuvo con el Presidente Alberto Fernández para el anuncio de la Ley de Educación Ambiental. Para ella eso prueba la fuerza que tiene el movimiento en Argentina, ya que esa incidencia no es común en otros países. Cree en la política como herramienta de transformación. “¿Qué podemos hacer mejor? ¿Qué queremos para el 2022 y adelante?”, son las interrogantes que motorizan a la joven promesa del activismo argentino.

Colombia: Laura Verónica Muñoz

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FOTO CEDIDA POR LAURA VERÓNICA

Laura nació en 1996 en Bogotá, es comunicadora y actualmente cursa una maestría en Educación, Género y Desarrollo Internacional en la University College de Londres. Tiene la ambición de descolonizar la educación en Colombia: dice que sus primos que viven en el campo aprenden primero sobre las cuatro estaciones, que no existen en el país, mientras que el conocimiento ancestral está totalmente perdido.

El activismo de Laura se debe a muchísimas razones, pero la principal es que viene de familia campesina y ellos todavía viven del campo, y cada vez están más susceptibles a los cambios de precios y padrones de lluvias. 

Colombia es el país más peligroso para los activistas socioambientales: más de 100 muertos en los últimos dos años. El cambio climático es una sumatoria de todo eso: empobrecimiento, exclusión de indígenas, campesinos y afros.

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La noción de ‘ecoansiedad’ la conflictúa un poco: fue a una psicóloga porque la saturaron las protestas de principios de año. Ella le dijo que es una terminología creada en el Norte Global, pero también la sufrimos en el Sur Global debido a la desestabilización socioecológica. 

Es muy crítica de occidente y sus cumbres, pero espera mucha unidad de las personas, más que de los líderes. Para ella la COP26 representa una oportunidad gigante para hablar de justicia climática y que haya una acción rápida. Lo más bonito va a ser la voz de los y las jóvenes. La COP26 no va a afectar a Colombia en términos de activismo, pero sí esperan conseguir fondos para proyectos para poder mitigar y adaptarse al cambio climático.

Menciona el caso de Francia Márquez, la líder ambiental colombiana de raíces africanas, candidata a Presidencia y ganadora del Premio Goldman que no está pudiendo viajar a Reino Unido por cuestiones de visado y restricciones sanitarias, mientras que el Presidente Duque irá con toda su comitiva a arrogarse méritos que no le corresponden.

Chile: Sebastián Benfeld

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Foto cedida por Sebastián Benfeld

Sebastián nació en 2001, vive en la Quinta Región, donde se concentra la mayor cantidad de conflictos ambientales del país, y cursa el segundo año de Periodismo en la UCA de Valparaíso.

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Viviendo en esa zona de Chile, a Sebastián los conflictos llegan desde la cordillera con mineras y al mar con centrales termoeléctricas. Desde chico veía los problemas y a medida que fue creciendo vio cómo estos fueron aumentando. 

Explica que Chile cumple con 7 de los 9 criterios de vulnerabilidad al cambio climático: sequías cada vez más insostenibles, algunas comunidades con apenas 20 litros de agua por día, aumento del nivel del mar y los incendios.

“Los adultos no tienen ecoansiedad”, dice. Él la sufre todos los días, desde que se dio cuenta que el mundo está en crisis. Pero al mismo tiempo las autoridades están echándole más leña al fuego, y eso es lo que produce la ecoansiedad. 

Los últimos años para él han sido un proceso muy interesante, sobre todo a partir del 2019, cuando surge Fridays For Future en Chile. Estaba en un campamento cuando estallaron las protestas en octubre y el gobierno le declaró la guerra al pueblo: “Hay que terminar de una vez con los conflictos socioambientales, sacar al carbón y devolverle el agua a la gente”, comenta Sebastián.

Viajó a Madrid para la COP25, y lograron visibilizar las violaciones a las DDHH y el greenwashing chileno ante el mundo. Participó del estallido social dentro de la cumbre, en el salón del plenario, un ‘cacerolazo’ con vasos y aplausos llevó el malestar de Chile más allá de sus fronteras. También formó parte del proyecto ‘Escazú Ahora Chile’, haciendo un activismo diferente, conectando con distintas regiones y países.

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Espera que de una vez los gobiernos del mundo tomen acción, ya que estamos viviendo niveles de catástrofes insostenibles, con desastres cada vez mayores cada mes que pasa. Los gobiernos siguen sin entender: aumentan las emisiones de GEI un 16% para el 2030, cuando lo que se pide es que se reduzca un 45%, aumentando la temperatura global un 2,7°C para finales de siglo.

México: Adriana Calderón

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Foto cedida por Adriana Calderón

Adriana nació en 2003 en Morelos y estudia Relaciones Internacionales y Lenguas Modernas en la Universidad de Ottawa. Adriana comenta que en México existen muchos problemas como la escasez de agua, las inundaciones y los huracanes que pegan cada verano. México es uno de los países más afectados y con menos dinero y experiencia para aguantar esos impactos. A la vez, es uno de los que menos iniciativa para la acción climática.

“Mi casa se inundaba cuando era pequeña: recuerdo a mi mamá sacando el agua de la casa cuando estaba embarazada de mi hermana”, cuenta Adriana. Un incendio en Morelos disparó su alarma, también la enseñanza del caso Samir Flores la condujo hacia la campaña por el Acuerdo de Escazú.

Con FFF ha colaborado en organizar movilizaciones como el Día de la Tierra. Morelos es uno de los peores estados para los activistas, pero donde más se reacciona. Además, participó de la campaña “PEMEX no te ama” para que el gobierno deje de subsidiar los combustibles fósiles.

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La primera vez que tuvo ecoansiedad no sabía lo que era, solo lloró. “Es el sentimiento abrumador de que hay muchas cosas pasando en el mundo, afectando a tantas personas y no tener la capacidad de hacer algo para frenar los efectos del cambio climático”, comenta vía Zoom desde un cuarto de hotel en Escocia.

Adriana cuenta que la pandemia ayudó a que dentro de FFF se conectaran mejor, ya que hasta entonces era un movimiento muy eurocentrista: “Ah, mira las protestas en el norte de Europa…” y las protestas del Sur Global quedaban ignoradas. Crearon MAPA y no solo lograron una misma red, sino que con otros jóvenes de Bangladesh, Tailandia y Filipinas terminaron luchando todos por una misma causa. El movimiento climático creó la ‘huelga digital’ y la marcha de carteles y hashtags falsos contra el banco Standard Chartered, lo cual sirvió para fortalecer las redes sociales con más contenido a través de buenos hashtags como #UprootTheSystem.

Tiene mucho interés en seguir luchando, pero con un objetivo más focalizado: no tanto los osos polares ni los pingüinos, sino los responsables que son los combustibles fósiles.  “El futuro va a ser una acción más directa hacia los responsables de la crisis climática”, sostiene Calderón.

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“El extractivismo colonialista afecta mucho a México, con Coca-Cola y Bonafont que se agotaron el agua y las mineras canadienses que roban tierras a las comunidades”, explica Adriana. Y agrega que “la lucha que estamos haciendo en la COP no va a ser para nuestro futuro, sino para la gente que hoy está sufriendo las consecuencias de estas injusticias sociambientales”.

“La COP es la última esperanza de la acción para que los líderes tomen la posta: ha habido 26 cumbres y nada definitivo, a pesar del Acuerdo de París. Si no pasa lo que se espera aquí, van a tener que seguir aguantándonos a los activistas climáticos”, comenta con una risa desafiante.

Honduras: Isabella Boquin

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Foto cedida por Isabella Boquin

Nacida en 2004 en Tegucigalpa, Isabella aún está en el secundario, pero le gustaría estudiar Ciencia Política en el TEC de Monterrey.

Cuenta que un día entró a la clase de inglés y su profe le habló de Greta, que no iba a la escuela los viernes para protestar frente al parlamento. Fue a buscar a su mejor amiga y le dijo “¿Por qué no lo hacemos?”. En ese momento las redes les mostraban al oso polar con su polo derretido, pero eso no es todo el movimiento climático, sino que se trata de crear cambios sistémicos: evitar que la gente se desplace de sus países y que tenga acceso a la información.

“Honduras ha sido históricamente el país más afectado por el cambio climático. El año pasado fue el año con más huracanes: Eta y Iota. Se perdió 8% del PIB y muchas vidas, además se arruinó la zona norte”, comenta Isabella. Cuenta que el pueblo de Cedeño se está hundiendo, y las mujeres se están quedando sin trabajo, por lo que es necesario que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres.  “Queremos un planeta con oportunidades”, dice convencida desde la Conferencia de la Juventud en Glasgow.

“No es solo que la sequía destruye el sector agrícola y tormentas prolongadas hacen estragos, se trata de la tercera causa de migración en Honduras. Lo que está levantando la conversación sobre cambio climático y lo que está haciendo una diferencia son los jóvenes hondureños”, explica con vehemencia. Dice que admira el trabajo ambientalista de Berta Cáceres, y le parece que en Honduras sigue siendo un tema controversial, pero que sin embargo el movimiento ecologista crece día a día.

“Es bien difícil ser activista en mi país, no tenemos apoyo ni acceso a la información. La falta de seguridad: hay un poco de rebeldía en ser activista, pero rebeldía de la buena.” 

Forma parte de Climate Reality, el proyecto lanzado por el exvicepresidente Al Gore, y para ella es uno de los pilares de su educación climática: el exceso de información es un desafío, y el proyecto le ayuda a digerir información válida.

“Durante la pandemia fue difícil no poder salir a la calle por cuestiones de bioseguridad. Esta es la COP más importante, el movimiento ha ganado tanta relevancia, pero de nada nos sirve que vayan todos los presidentes y delegados si no van a lograr resultados. El Norte Global debe apoyar al Sur Global, somos los que menos carbono emitimos, necesitamos tecnología y educación para salir adelante. Somos todos o ninguno: si un solo país logra la neutralidad de carbono eso no soluciona la crisis climática”, explica vía Zoom.

Dice que quiere mantener a Honduras preciosa, viendo el cielo azul con las nubes blancas: “En diez años ya no va a estar así, va a ver tinieblas”, sentencia. Isabella está feliz de estar rodeada de gente que busca lo mismo, unidos por la misma ecoansiedad. Dice que va a ser triste regresar a Honduras, pero espera que no se vaya el momentum que tiene el movimiento. “La lucha empieza recién después de la COP, cuando todos volvamos a casa”.