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Di adiós a tus sueños: los Puntos Estrella de 'La Caixa' desaparecen para siempre

El programa de regalos de la entidad llega a su fin y con él 20 años de sonrisas y lágrimas.
El autor terriblemente afligido. Imagen por VICE ES

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Primero fueron los dinosaurios, dioses en la Tierra salidos de las peores pesadillas de Lovecraft, destruidos por fuerzas aún inexplicables; más tarde llegó el Imperio Romano, víctima de su propia grandeza; Jean-Claude Van Damme también tuvo su momento de gloria con Contacto Sangriento, Kickboxer y Soldado Universal para luego terminar llorando en una cama de hospital junto a su madre. Ahora, lamentablemente, acaba de caer otro de los grandes: la entidad bancaria catalana conocida como "La Caixa" acaba de anunciar que a finales de septiembre morirá su famoso programa de regalos llamado "Puntos Estrella", cuna de vajillas, tuppers y planchas de vapor que acompañaron numerosos hogares españoles desde 1997.

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Recordemos con cierta melancolía esa época en la que el uso de nuestras tarjetas tenían un beneficio real, se trataban de objetos tangibles no de ideas etéreas como "intereses a corto plazo" o "ahorro de comisiones". Escondidos tras la fantasía de ser productos selectos y de marca se encontraba un bazar de electrodomésticos de barrio, una ferretería del "Carrer de Sants" ataviada con un traje de empresario y una apartamento en Cadaqués: la gran ilusión del dinero y el poder al alcance de cualquier pobre diablo con una nómina paupérrima y muchas ansias de consumir. Era el truco perfecto, una forma de incentivar el movimiento de dinero en el mercado y generar comisiones absurdas a cambio de un cebo objetivamente pésimo, como la zanahoria podrida que hace avanzar al asno.

Es cierto que en los últimos años el catálogo ofertado era cada vez más pequeño y que este producto —destinado a la fidelización de los clientes y a la incentivación del uso de las tarjetas de débito y crédito— era más un engorro que una bendición. Cuando estuve trabajando para una entidad bancaria —que no era "La Caixa"— estas promociones resultaban ser un infierno, tanto para las oficinas como para los clientes, quienes aparecían por la sucursal a recoger su manoplas con toda la ilusión del mundo y descubrían que el producto aún no había llegado o que, básicamente, no llegaría nunca. La logística era complicada y la calidad de los regalos tampoco era excepcional por lo que la suma de estos dos factores hacía que cada vez fuera un producto menos querido y más ignorado por todos los agentes implicados.

El catálogo ofrecía de todo, desde memorias USB a batidoras y monederos de piel. Mucha gente pedía el catálogo en su oficina bancaria con una ilusión casi infantil, ojeando sus entrañas en el ascensor y proyectando una vida futura con un nuevo set de correas tensoras o un descuento del 15% en el Pans & Company. El juego era ver qué coño podías arrancarle a estos malditos puntos que se te estaban acumulando y que caducaban cada cierto tiempo. Al final era como una especie de caballo de Troya, todos esos regalos incoherentes penetraban en tu día a día, se agenciaban de tu realidad y hacían que el concepto "La Caixa" estuviera presente en cosas tan mundanas como pelar una patata o enjabonarte los genitales. Era una invasión en estado puro.

Este mundo de sueños y pesadillas llegará a su fin en septiembre, una criatura que muere a los 20 años, cansada, olvidada pero también querida y apreciada por unos pocos. Lo que más se asemeja a este engendro es ese Roy Batty moribundo al final de Blade Runner.

"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Zapatillas de baño azules talla 36-40. He visto cafeteras Nespresso DeLonghi calentar sus redondeados lomos para preparar el mejor café posible en miles de hogares españoles. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir".