FYI.

This story is over 5 years old.

Noticias

​El euro ya no vale una mierda

El valor del euro ha caído a 1,10 dólares, uno de sus mínimos históricos.

No sé ni qué día de la semana es hoy. Veo que ese mercadillo —los Encants de Barcelona— está abierto así que supongo que debemos estar a lunes, miércoles, viernes o sábado. Joder, ojalá fuera viernes o sábado. Mejor viernes. ¿No? Paso por el lado del mercadillo y veo todos esos objetos —adquiridos legalmente o saqueados de hogares familiares— esparcidos encima de mantas y sábanas. Entonces escucho a ese tipo gritar desde una parada eso de "un euro, todo a un euro. Barato amigo. Un euro". Un euro dice el tipo. Los elementos que antes formaron parte de la vida de alguien, esos rescoldos de memoria, ahora solamente valen un euro. ¿Es esto mucho o poco? Entonces pienso en esa noticia que vi ayer, la de que, básicamente, el valor actual del euro es una mierda. Efectivamente, esos objetos, igual que nuestra moneda, no valen una mierda.

El miércoles, el euro alcanzó uno de sus puntos más bajos, su valor equivalía a 1,10 dólares, algo completamente alejado de esa época dorada —por el 2007 o el 2008— en la que estaba alrededor de los 1,5 dólares. Es cierto que el euro ha tenido momentos mucho peores pero no deberíamos tenerlos en cuenta ya que fueron durante su despegue inicial como moneda única, sería como exigirle a un puto bebé que se pusiera a andar nada más salir de la vagina de su madre. Imaginadlo, si el bicho no pudiera ponerse de pie y seguir a la manada —sus padres— se quedaría atrás. No podría salir nunca del hospital, terminaría tirado en el suelo, seco y moribundo en un pasillo de color blanco. Una buena metáfora para el estado actual de nuestra moneda, sin duda. Que en 2015 el euro esté tan bajo solamente puede significar que estamos presenciando el esbozo de la gran decadencia del sueño europeo. El símbolo de la destrucción de la nueva Europa siempre soñada y nunca realizada. El fracaso de haber intentado convertir un territorio —unos senderos, unas montañas, unos ríos, unos mares y unas rocas— en un mercado financiero.

Yo qué sé, todos estos conceptos bursátiles se escapan de mi comprensión —¿qué coño son realmente las bolsas europeas y el mercado de divisas y para qué sirven? Espero que haya alguien ahí fuera que realmente sepa cómo funcionan estas cosas—, yo no tengo ni idea pero sí que sé una cosa y es que ahora no podré hacer negocios en Discogs. Recuerdo ese momento en el que España, gracias a los éxitos de nuestros países circundantes, consiguió una moneda con un valor superior al del puto dólar —y no digamos ya al de la peseta. Recuerdo cobrar la nómina y ver como su valor aumentaba brutalmente si lo pasaba a dólares. Esto significaba poder comprarme muchos —muchos— discos por internet. De hecho juraría que le debo casi toda mi discoteca al valor de cambio del euro, a ese poder que obtuve y que nunca pedí. Recuerdo la felicidad que me proporcionaba comprar objetos (discos, libros, paquetes de "Macaroni & Cheese"…) online a Estados Unidos. Eran una locura, una fiebre infernal, un estado constante de OFERTA. Pero también era, sin duda, un arma de doble filo pues encontrarme con "tanto" dinero de golpe me ocasionaba cada mes un Kristallnacht particular y me quedaba siempre arruinado, empujado por las crueles correas de la avaricia del coleccionista.

De todos modos creo que ese fue el mejor momento que ha tenido nuestro país, nuestros cinco minutos de gloria, nuestro El Dorado. Bueno, tuvimos algunas vanguardias artísticas decentes y la Segunda República pero poca cosa comparado con la alegría de tener una moneda decente. Pero eso no era real, siempre hemos vivido dentro de un sueño, rodeados de mentiras, como la burbuja inmobiliaria que destrozó nada sutilmente nuestro querido país. El euro es LA gran farsa, como cuando quedas cada semana con esa tía que te gusta sin saber que se está follando a media ciudad. Tú solamente buscas un poco de amor verdadero y lo único que encuentras son lágrimas en la almohada. El euro son esas lágrimas y el sueño europeo esa chica imposible de alcanzar. ¿Me entiendes?

Pero hay algo bueno en todo esto —en la caída del euro— y es que siempre hemos sabido que el futuro era la peseta. Cuando el euro termine yéndose a la mierda de una vez por todas volveremos a la peseta. Sabíamos que, algún día, volvería a nosotros. Es ley de vida. El boomerang moral. Somos peseta y NADIE lo ha olvidado. Sabemos —y realmente lo deseamos con todas nuestras fuerzas— que llegará un día en que Europa estará bajo el cálido manto de la peseta española. La eurozona pasará a manejar conceptos como "duro", "pelas" y todo eso. Entonces sí que será imposible plantearse comprar algo a nivel internacional pero al menos tendremos la tranquilidad de saber que YA somos una mierda, nadie nos engañará haciéndonos pensar que somos económicamente viables. "Cien pesetas, todo a cien pesetas. Barato amigo. Cien pesetas". Ese será nuestro lema a partir de ahora y, librados de engaños, tendremos la garantía de que todos esos objetos esparcidos en mantas y sábanas en un mercadillo valdrán todas y cada una de las cien pesetas que vayamos a pagar por ellos.