Intentamos comprar cosas con billetes falsos en CDMX
Dos billetes falsos y uno verdadero. Todas las fotos por los autores.

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economía

Intentamos comprar cosas con billetes falsos en CDMX

El billete de 200 pesos fue el más falsificado de 2017 en México. Lo pusimos a prueba.

Este artículo fue publicado por VICE México.

A cuatro cuadras del Zócalo de Ciudad de México, en el Centro Histórico, está la Plaza de Santo Domingo. En ese punto estuvo alguna vez la antigua casa de Cuauhtémoc, el último gobernante de Tenochtitlán, pero durante el siglo XIX ahí se asentaron escribanos, personas cuyo negocio era escribir cartas para quienes no sabían hacerlo. Con el tiempo diversificaron sus servicios y comenzaron a hacer rótulos e imprimir toda clase de documentos y papeles… incluyendo documentos oficiales.

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“Pasaportes, identificaciones, tarjetas de residencia permanente, motita: ustedes lo dicen y [nosotros] lo hacemos”: así, sin la más mínima discreción, nos recibió “Sergio” (no es su nombre real), el responsable de una imprenta de esta plaza. Pero la imprenta es solo una fachada: de dentro de una tarjeta de felicitación rosa, Sergio saca dos pasaportes mexicanos para ofrecérnoslos, que se veían más originales que los reales. “En cinco horas los hacemos por unos 7,500 pesos. Les sirve para viajar”. Santo Domingo se ha vuelto famosa por esta clase de productos, así que le preguntamos si también imprime papel moneda: “Billetes ya no se hacen aquí, desde que la cosa se puso dura”.

Cuatro pasos después, en un callejón muy cerca de la iglesia de Santo Domingo, nos encontramos con “Matteo” (tampoco es un nombre real), un joven vestido con una playera sin mangas, cadena plateada y el cabello corto bien arreglado. Nos señaló un lugar más discreto y enseguida comenzamos a conversar con él sobre la oferta de billetes falsos. “¿Cuánto quieren —nos dijo mientras tratábamos de lucir lo más relajados posibles—. Los ’puercos’ [policías] están bien necios, hay que andar pendientes”. Pensamos en La casa de papel, esa serie que tanto ruido ha hecho en las últimas semanas. En especial se nos vino a la mente una escena en la que Denver brinca sobre una montaña de millones de euros y otra en la que Nairobi habla acerca del amor con el que estaban imprimiendo sus propio billetes y cómo ese amor es la clave para que no los puedan rastrear cuando empiecen a esparcirlos, si el plan del robo sale bien. ¿Quién diablos no quisiera tener toda esa cantidad de dinero? Dejaríamos de trabajar, no responderíamos mails necios en nuestros trabajos y borraríamos de Facebook a un chingo de gente.

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Le dijimos que queríamos algunos billetes de 200 para coleccionarlos. Seguramente Matteo no nos creyó, aunque hay personas que coleccionan cosas más raras que nosotros. De todos modos, con un gesto de la mano Matteo llamó a un hombre que estaba más al fondo del pasillo, estrecho, húmedo y poblado a ambos lados de pequeños comercios de lo que sea: desde tarjeterías hasta expendios de cigarros al menudeo y tiendas de loza de peltre. Este hombre nos llevó al interior de una de esas tiendas. Ahí nos mostró los billetes y nos dijo sonriente: “¿Ven que la chamba sale buena? Les doy un 80 por ciento de efectividad”.

Conseguimos dos billetes de 200 pesos cada uno y nos fuimos del lugar. Nos sentimos como cuando de niños al jugar Monopoly acababas con un fajo de billetitos de colores. Estas Sor Juanas piratas parecían tener un absurdo poder muy parecido al de los del juego de mesa.

El plan era comprobar la teoría de Nairobi en La casa de papel: poner a prueba estos billetes para ver con cuánto amor fueron hechos. Para hacerlo, seleccionamos lugares donde la persona con la que al otro lado de la transacción fuera alguien que tenga contacto diario con billetes y otras formas de pago. Elegimos un restaurante, una miscelánea, la cafetería, una farmacia y un vendedor de cigarros callejero al que le compramos todo el tiempo porque se pone muy cerca de nuestra oficina.

Luego de engañarlos –o no–, les hicimos una pequeña encuesta de satisfacción para conocer qué tan reales se veían nuestros billetes. Este fue el resultado:

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Nuestros billetes falsos, en el mostrador de la farmacia.

FARMACIA

¿Cayó en la trampa? No.

VICE: ¿Alguna vez te han pagado con billetes falsos?
Mariana: Sí, pero los checo siempre. Los toco, observo el color y los paso a contraluz o con un papel. También tengo una pluma para rayarlos y que nadie los acepte, o los rompo de un pedacito. Si el billete es bueno, la pluma no pinta al billete y no se rompen tan fácilmente Del 1 al 10, ¿ con cuánto amor crees que hicieron este billete?
Nueve. Como por lo regular estoy en contacto con billetes, se me hace más fácil [detectar los falsos], pero sí está muy bien hecho.

Una de nuestras Sor Juanas pirata haciendo lo suyo en la cafetería.

CAFETERÍA

¿Cayó en la trampa? Si.

VICE: ¿Qué te pareció el billete?
Bernardo: Ni lo vi. Lo agarré, lo guardé en la caja, les iba a dar el cambio y ya. Pero ya cuando me dijeron que era falso, lo toqué, lo comparé con otro y la neta sí se ve distinto. ¿Te han pagado con billetes falsos?
Sí, pero me doy cuenta al otro día, ya que me regañan mis jefes. Del 1 al 10, ¿ con cuánto amor crees que hicieron este billete
Se ve decolorado, pero sí se esforzaron. Yo diría que ocho.

El mesero de nuestro restaurante favorito cayó en la trampa.

RESTAURANTE

¿Cayó en la trampa? Si.

VICE: ¿Qué te pareció el billete?
Arturo: Si analizas un poco el billete, te das cuenta. Te pasa si estás despistado o en una situación de noche, algo así. Me han intentado pagar con billetes falsos de 500 y 1,000 pesos. ¿Y lograron engañarte?
Sí y no. Algunas veces me he dado cuenta y otras veces no. Eso sí: eran de mejor calidad que este billete con el que me pagaste.

¿Qué haces cuando te das cuenta de que es falso? ¿Llamas a la policía?
No, para nada. Se lo doy al cliente y le digo que es falso. Del 1 al 10, ¿ con cuánto amor crees que hicieron este billete
Un siete.

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En la miscelánea es donde le fue peor a nuestros billetes

MISCELÁNEA

¿Cayó en la trampa? No y la descubrió en tiempo récord.

VICE: ¿Cómo se dio cuenta tan rápido de que el billete era falso?
Esther: Es que apenas ayer me llegaron con varios billetes falsos, de 200 y 500 pesos. He tenido como tres casos de billetes de 200 pesos falsos y dos de 500 pesos. Una vez le pagué al camión de refrescos que viene a surtirme con uno falso que me dieron y obviamente me lo devolvieron. Ellos me enseñaron. También te das cuenta [por el comportamiento]: cuando llega alguien con un billete muy grande a pedirte muchísimas cosas: “Quiero esto, esto y aquello”.

¿Y cómo reaccionan cuando les dices que es falso?
Se hacen los locos, dicen: “Ay, es que este billete me lo dieron en una tienda de artesanía”. Yo me río y les digo: “Sí, seguro te dieron cambio con un billete tan grande”. Ya me los conozco. Del 1 al 10, ¿ con cuánto amor crees que hicieron este billete
Le doy un nueve.

VENDEDOR DE CIGARROS

¿Cayó en la trampa? Si.

VICE: ¿Qué te pareció el billete?

Jerry: Pues ni lo sentí malo, lo sentí como otro billete. Por eso lo guardé rápido y sin revisar más.

¿Habías tenido experiencias con billetes falsos?
Una vez me dieron uno de 500 unas personas del gas, pero si se sentía muy hoja, muy acartonado. Lo acepté sin darme cuenta. Después me chingué a la gasolinera, le llené el tanque a mi moto.

Del 1 al 10, ¿ con cuánto amor crees que hicieron este billete
Un 13 porque si se siente bien acá, muy fresco.


Billete falso (arriba) vs. billete real (abajo).

En el termómetro del amor, los billetes falsos sacaron 8.25 de 10. Una gran calificación, diríamos nosotros. De cinco establecimientos, cayeron tres, así que el porcentaje de acierto fue de un 60 por ciento. Matteo nos había asegurado que en un 80 por ciento de las veces funcionaban, pero no está tan mal. Durante el primer trimestre de 2017, el Banco de México recibió cerca de 79,000 billetes falsos de diferente denominación. La sanción en México por poner en circulación billetes falsos puede alcanzar hasta 12 años de prisión. Así que, en conclusión, te recomendamos seguir yendo a la escuela, no ver tantas series y tratar de conseguir un trabajo para que dejes de pedirle lana a tus padres.

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