FYI.

This story is over 5 years old.

Tecnología

Las redes sociales son para los vivos

Admitámoslo: los mensajes que le escribimos a nuestros amigos muertos no son para ellos, son para nosotros.
​Imagen: Autor

​Katelin se enfermó en Halloween y murió en en el día de acción de gracias, apropiándose con éxito y para siempre de estos dos días festivos.

Sin saber realmente que la persona con la que tienes más cercanía se ha ido para siempre, estuve casi todo el día siguiente encerrado en mi habitación. No había hospital al que ir, no había sala de espera y doctores, no habían mensajes de texto de sus padres (o de ella), no quedaba ninguna preocupación. Un mensaje de texto que le envié camino a casa y después del hospital, no fue leído por nadie, como sabia que sucedería. No había nada.

Publicidad

Me senté a ver episodios de Los Simpson que ya había visto un millón de veces (tal cómo hice cada vez que terminábamos y hubo muchas veces) y estuve actualizando su Facebook, esperando que el mundo se enterára de lo que yo no quería saber.

Y hubo posts en Facebook. Muchos posts de sus amigos, mis amigos, comentarios en estos posts hechos por extraños. Eventualmente hasta hubo uno para mi.

Si quiero recordar a Katelin están las cosas físicas, las notas que nos pasábamos en la escuela secundaria, unas cuantas remeras que ella dejó en mi casa a través de los años, pero también están las cosas digitales.

Imagen: Autor

Está el mensaje que me dejó borracha en el buzón de voz, el que está guardado en algún lugar de nube de Verizon, la que es vigilada por la NSA. Existen los vídeos en YouTube de cuando actuó en películas de estudiantes. Están los mensajes de texto y las fotos de mi antiguo teléfono, un teléfono que estaba perfectamente bien pero que reemplacé en parte porque estaba aterrorizado de perderlo y perder estas cosas. Si queremos volver está Xanga y MySpace, los que creo que aun existen. Están los emails y los chat de Gmail. Existe la tarjeta SD de nuestros viajes y hay otra tarjeta SD que puse a su lado luego de la muerte; y está el archivo comprimido en mi escritorio y en un servidor en algún lugar. Existe Facebook también, porque ahora todo está en Facebook.

Su Facebook ya no es suyo. No hay nada de su ingenio, su alegría, su sarcasmo o sus letras mayúsculas. Hay unas cuantas bromas y muchos sentimientos intensos y mucha gente que la extraña, personas que quiere hacerle saber a otras personas que ellos también la extrañan. Y, admitámoslo, los posts que escribimos en los muros de nuestros amigos muertos ya no son para ellos, son para nosotros.

Publicidad

A fines del año pasado Facebook me dijo que el post que hice sobre Katelin pocos días después de su muerte fue un momento importante del 2013; un honor en los medios sociales; muy bueno para mi marca personal; estupendo para mi puntuación en Klout. Aun así, nada de lo que escribí o he escrito ha cambiado cómo me siento sobre perder a alguien que amo. Estoy agradecido por los "me gusta", supongo, confirma que a las personas les importa. Pero, bueno, yo ya sabía eso. Las palabras que escribí en ese post no confirmaron nada que todos ya supieran. Katelin sabía que la amaba y también lo sabían las personas importantes.

Entonces ¿Por qué sentí que debía escribirlo? ¿Por qué le dejamos posts a la gente muerta? Un email al vacío que es su cuenta de Gmail ¿No sería igual de catártico? ¿Y por qué no me enojé mientras veía aparecer esos posts en Facebook?

La muerte se lleva la vida de una persona (obvio), pero también se lleva la habilidad que tiene de controlar su propia narrativa. Las personas aparecen de la nada para demostrar cuánto les importa, lo que es -y lo digo de verdad- muy apreciado por aquellos que estuvieron más cerca.

Pero es complicado.

No quiero que nadie se sienta mal por sus sentimientos, pero a veces creo -y esto es una palabra difícil de elegir- que quizás están siendo oportunistas. Katelin es ahora (para algunas personas) la mujer que murió de fibrosis quística, la historia triste que ella nunca quiso ser. Su muerte se ha transformado, de cierta manera, en algo sobre cómo la gente reacciona, ​algo que sucede con muchas muertes en la era de las redes sociales.

Publicidad

Imagen: Autor

Personas que ella no soportaba compiten con personas que no la soportaban a ella, hasta probar a quién le importa más, quién tiene más sentimientos, quién puede escribir la mejor canción, quién puede crear la mejor metáfora sobre qué tipo de energía o luz trajo al mundo y cuán oscuro está ahora aquí, sin ella.

Su página en Facebook estaba llena de posts como este antes que muriera: "Pagaría mucho dinero para que alguien venga y depile mis cejas en este momento" y este: "25 es como los 19, excepto que ya no tengo que pretender estar sobria en público" y ahora está lleno de gente bien intencionada (me incluyo) que postean cosas tristes para que las demás personas sepan que aún están tristes.

Estoy seguro que hay personas que sólo quieren reconocer lo que pasó y seguir adelante, preocupados de que el no hacer nada sea muy insensible. Otros tienen una genuina catarsis al escribir. No hay por qué menospreciar cada tipo de luto, pero ¿Qué, exactamente, es lo que sucede en nuestra sociedad que debemos demostrar el luto de forma tan pública y dolorosa?

Quizás a eso quiero llegar: escribí mi post porque quería y porque tenía mucho que decir, porque me sentía perdido, pero también lo escribí porque debía hacerlo.

Cuando tu mejor amiga muere escribes sobre ella en Facebook. Cuando tu mamá o tu papá, tu hermano, tu hermana, tu abuela o tu abuelo mueren, haces lo mismo. Dices "Hola mundo, estoy sufriendo. Ayúdenme con sus likes". Lo peor que puedes hacer en una era en que existen las redes sociales, es correr el riesgo de verte como un sociópata que no tiene sentimientos.

Publicidad

Entonces escribí sobre Katelin en ese momento y estoy escribiendo sobre escribir de Katelin ahora; si acaso estaba listo en ese momento, no lo se, pero fue duro y sentí que estaba bien. Ahora se siente como viajar a un espacio mental que no estoy muy seguro que quiero visitar de nuevo. Y pese a que quiera o no, todavía se siente una obligación no sólo pensar en lo que su muerte significa, pero también compartir estos sentimientos en las redes sociales. Al escribir en ese momento y mientras escribo esto ahora, su muerte se está transformando en algo que es personal y que yo debo contar, alguien que la conoció mejor que casi todos.

Este debe ser un problema personal. Si le explico a nuestros amigos que no estoy realmente listo para visitar la memoria en que exploro cómo es ver a tu mejor amiga morir lentamente en el hospital, ellos van a entender, me van a decir que no me preocupe por eso.

Pero ¿Qué pasa si no digo nada? ¿Qué pasa si continúo escribiendo bromas y subiendo fotos de los edificios de Nueva York y dejo que pase la fecha sin conmemorarla en Facebook? ¿Qué pasa si dejo que el proceso de luto sea interno y offline? ¿Qué hubiese pasado si no hubiera escrito esto, esto que no se siente cómo el tributo a una amiga, más bien un examen poco científico de por qué el proceso de luto digital es tan complejo?

Luego que escribí sobre Katelin un grupo de personas me escribió mensajes diciendo que estaban esperando que yo dijera algo. Facebook se ha transformado en una plataforma donde las personas no sólo recuerdan a aquellos que han muerto, si no que también esperan recordarle a la gente que ellos están recordando a los que han muerto. Por alguna razón esto es demasiado.

Si en un año no escribo nada ¿Mis amigos -nuestros amigos- creerán que ya no me importa? ¿No es acaso suficiente pensar en ella? ¿No es, de alguna forma, mejor?

Para su cumpleaños número 25, Katelin McMullin quería reunir 25 mil dólares y donarlo a la fundación para la fibrosis quística. Ella llegó a esa meta, pero, atentos, acá está la página que crearon en su memoria. Gracias por leer.