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Tecnología

Perú guarda miles de semillas de papa en una bóveda a prueba de terremotos

Los bancos de semillas por lo general son pasados por alto, pero son parte esencial en preservar la seguridad de poseer alimentos en el futuro.

Existe un banco en la ciudad de Lima, Perú, que guarda cosas tan valiosas, que están detrás de una gruesa puerta de metal, dentro de una bóveda a prueba de terremotos. No es el oro perdido de los Incas o montones de joyas, son miles y miles de semillas de papa.

Los bancos de semillas son una especie de Arca de Noé genética creada para los cultivos, guardando copias de muchas especies distintas como sea posible, asegurando así que habrá comida en el futuro. Estas semillas tienen valor porque son parte de un movimiento global para preservar la diversidad de cultivos.

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"Existe una gran y larga cadena que va desde plantar la comida hasta que las personas se la comen y al comienzo de esta cadena está la conservación de cultivos diversos" dijo Colin Khoury, un investigador asociado al Servicio de investigación del Departamento de agricultura de Estados Unidos, "En el pasado, la conservación no era tan necesaria, pero durante los últimos 100 a 150 años hemos comenzado a ver falta de diversidad en los cultivos".

Tradicionalmente, los campos de cultivo están llenos de distintas variedades de cultivos y variedad de especies dentro de estos cultivos. No existían acre tras acre de maíz Roundup Ready, en cambio tenías más de una docena de variedades de maíz creciendo una junto a la otra, explicó Khoury.

Pero a medida que nuestros sistemas de cultivo se han expandido y se han vuelto más industrializados, también se han uniformizado. El hecho de plantar suficiente maíz como para alimentar a millones es mucho más fácil si todo el maíz es el mismo, así las técnicas y el equipamiento son idénticas a través de todo el sistema.

La especialista de conservación in-vitro en CIP, Ana Panta, trabaja dentro del banco de semillas. Imagen: ©International Potato Center

Si bien esta industrialización tuvo beneficios, como el poder alimentar a más personas, también hay riesgos. El tener sólo una o dos variedades de cierto cultivo hace más fácil que los insectos y los patógenos descubran cómo atacar. Las plantas que eran naturalmente resistentes a pestes particulares pueden perder su resistencia a medida que la peste entra en contacto más seguido y evoluciona para superar esta defensa.

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Vimos esto llevado al extremo durante la hambruna de la papa irlandesa. A mediados de 1800, la mayor parte de Irlanda (especialmente las partes rurales y pobres) dependían casi exclusivamente de las papas para alimentarse.

Cuando el brote de una plaga comenzó a destruir los cultivos de papa, 1 millón de personas murieron de hambre o enfermedades relacionadas. Hubo otros factores que contribuyeron a la hambruna, pero la dependencia en las papas probó ser mortal.

Para luchar contra esto, en la época moderna rápidamente desarrollamos variedades ligeramente distintas para plantar en nuestros campos, explicó Khoury.

"Los criadores de plantas mantenían los rasgos que los granjeros buscaban, como los tomates que crecen a cierta altura para que sean cosechables por una máquina, pero también criaban ciertas cosas que mantenían lejos las pestes y las enfermedades", dijo Khoury, "Esencialmente es como comprarle a una máquina muy grande que debe funcionar cada vez más rápido para estar al día".

Para asegurar que podamos continuar este proceso, necesitamos muchos materiales genéticos que podamos mezclar y combinar. Aquí es donde los bancos de semillas entran en juego.

El Centro internacional de la papa de Lima o CIP (International Potato Center en inglés) es sólo uno de los cientos de bancos de semillas alrededor del mundo. Las papas han sido la materia prima en la dieta de muchas de las culturas indígenas del Perú y poseen una significancia cultural, entonces hace sentido que el CIP haya comenzado su colección y esté localizado ahí.

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"Tenemos la chance de preservar la diversidad que ha sido acumulada por miles de años de evolución y domesticación", dijo Ana Panta, una especialista en conservación in-vitro en CIP, "Las papas fueron cultivadas por primera vez hace más de 8000 años atrás y, en el camino, estas antiguas variedades acumularon genes muy valiosos, como la resistencia a las enfermedades".

Existen más de 4500 variedades de papas (y más de 7000 tipos de camotes) que están preservadas en el banco, las que representan el 80 por ciento de los genes de papas en el mundo. Al preservar estas semillas, los criadores de plantas tienen acceso a los genes de miles de variedades para mezclar y combinar, creando nuevas especies que pueden preservar nuestros sistemas de cultivo.

Pero el CIP no quiere detenerse ahí, ellos están permitiendo que estas variedades siguen evolucionando en los campos. Un proyecto llamado 'Parque de la papa' unió a distintas comunidades indígenas de los Andes para que continúen cultivando variedades locales de papas, lo que hará que las papas evolucionen naturalmente e incluso se produzcan más especies.

Los bancos de semillas por lo general son ignorados, pese al importante papel que juegan dentro de nuestro sistema de alimentación, pero a medida que la población continúa aumentando, vamos a tener que doblar nuestros esfuerzos en asegurar seguridad en el acceso a los alimentos. Las Naciones Unidas han dicho que necesitamos incrementar nuestra producción de alimentos en un 60 por ciento sólo para alimentar a la población en el 2050. Parte esencial de esto será proteger los bancos de semillas alrededor del mundo.

"Estos son esenciales para combatir la hambruna y los futuros problemas que la humanidad enfrentará debido al cambio climático", dijo Panta, "Por eso es importante preservarlos".