La Velocidad de la Hipocresía: Cómo EE.UU. se Hizo Adicta a la Anfeta Legal

FYI.

This story is over 5 years old.

Tecnología

La Velocidad de la Hipocresía: Cómo EE.UU. se Hizo Adicta a la Anfeta Legal

EE.UU. está llegando a niveles históricos de consumo de anfetamina—aunque le seguimos llamando "Medicina"

Un gran número de palabras se han escrito acerca de la serie de televisión Breaking Bad, pero ninguna ha dado en el clavo con la ironía contenida en su interior. A pesar del elogiado realismo de esta nueva serie de culto y sus astutas referencias culturales dibujadas a fino pincel, la serie ni siquiera hizo un guiño al mundo real de pastillas azules que creció junto a él.

Durante los cinco años que Heisenberg pasó como cocinero de metanfetamina, la nación experimentó una explosión real en la fabricación y venta de pastillas y cápsulas azules llenas de anfetamina. Conocida por sus nombres comerciales como Adderall y Vyvanse, esta droga encontró su mayor mercado en las aulas de clases como las de Walter White. Mientras que esta anfeta se fabrica y se vende en desapercibidos entornos corporativos, el drama lógicamente se centra en la metanfetamina y sus compradores, generalmente representados como yonkis jodidos y nerviosos que visten trapos sacados de las bandas caníbales del libro La Carretera de Cormac McCarthy.

Publicidad

Por presentar tan convincente caricatura unifacética acerca del rol de la anfeta en los Estados Unidos, Breaking Bad se merece el reconocimiento de ser la versión moderna del film Reefer Madness. Tal película, lanzada el año 1937, inmortalizó la atención selectiva de la primera guerra contra las drogas, en la cual la histeria colectiva fue alimentada por el rol de la marihuana mexicana, pero nunca se dijo nada sobre el comercio farmacéutico de la época y la droga Benzedrine, la anfeta patentada de la Gran Depresión.

Para entender el por qué el "atrevido" drama de AMC se ajusta tan cómodomente al molde de Reefer Madness, debemos observar la serie desde la perspectiva de los ejecutivos farmacéuticos, quienes sospecho sostuvieron bravas discusiones durante los visionados de Breaking Bad.

Porque esto es lo que sucede con este tipo caricaturas alarmistas sobre la anfeta callejera y los estigmas sociales que sostienen: Sin ellas, el dedo comenzaría a apuntar sobre la comercialización farmacéutica y sus falsas canciones de cuna que recomiendan su anfeta legal, promocionando la seguridad y la ampliación de su uso terapéutico. Pero si quitamos el torpe y galante contraste entre la sucia anfeta zombi de callejón y la aspiracional Aderall suburbana, nos encontramos de repente teniendo incómodas conversaciones sobre la tabla periódica, la adicción y la experiencia de drogarse.

Aparte de un poco de materia residual no deseado en la mezcla final, la metanfetamina de Winnebago y la anfetamina farmacéutica son básicamente dos incestuosos primos químicos. La mayor diferencia entre ellos reside en una molécula del grupo metyl que permite romper un poco mas rápido la barrera entre la sangre y el cerebro, pudiendo así pegar un poco más fuerte. Después de eso, la metanfetamina se descompone rápidamente en la buena y vieja dextroanfetamina, la sal dominante del medicamento líder contra el Trastorno de Déficit Atencional e Hiperactividad (TDAH) y las píldoras de estudio intensivo en los Estados Unidos, Adderall.

Publicidad

Siendo alguien que ha consumido ambos productos (más sobre esto abajo), puedo dar fe que la diferencia entre Adderall y la metanfetamina callejera ha sido extremadamente exagerada, casi rayando en la completa ficción social.

Esto no es exactamente un secreto de Estado. Después de que la anfeta legal comenzara su regreso como tratamiento para el TDAH, The Journal of Neuroscience publicó un estudio que funcionó como una gentil llamada de atención. Los investigadores dijeron que la anfetamina y la metanfetamina eran "aproximadamente equipotentes" y que "producen respuestas de comportamiento cualitativamente similares." Ambas excitan el sistema nervioso central de manera casi idéntica, inundando y bloqueando receptores de dopamina, serotonina y adrenalina. Además, la metanfetamina siempre será metanfetamina. El cerebro responde de la misma manera ya sea producida por los chicos de Sinaloa y puesta en bolsitas de plástico a manera de cristal, o si es fabricada por Lundbeck Inc. y vendida en botellitas color naranja en la farmacia bajo el nombre de Desoxyn®, droga basada en metanfetamina.

La mayoría de las personas sabe que la heroína y el Oxycontin son drogas duras y altamente adictivas. No es el caso con la anfeta. Cuando se trata de anfetamina, hemos optado por una pantalla nacional dividida en dos: por un lado médicos ponen alegremente a millones de niños y adultos sanos en regímenes diarios de anfetamina, y por el otro equipos SWAT lanzan bombas de concusión dentro de cunas con bebés en su búsqueda tras pequeños traficantes de metanfetamina.

Publicidad

Esta pantalla dividida se mantiene estable gracias a los informes de los medios de comunicación que dan por sentado el paradigma. The New Yorker ha lanzado artículos sobre los "potenciadores cognitivos" tan populares entre miembros de la Ivy League y los pioneros de la "neurología cosmética"—aquellas personas de "alto rendimiento y altamente comprometida que toma Adderall y Ritalin para funcionar mejor y comprometerse aún más con su trabajo". Por otro lado, los artículos sobre la metanfetamina siempre sonarán como si fuesen escritos por un engendro de David Brooks y Jane Goodall. El antropólogo Jason Pino compartió tiempo con usuarios de metanfetamina en la parte rural de Missouri y describió la experiencia a New Republic de la siguiente manera: "Están muy contentos y quieren compartir", explicó Pine. "También hay un poco de mal humor— rápidamente pueden cambiar a una especie de reacción agresiva."

¿Acaso también tienen un gesto con las manos para decir "banana"?

Las consecuencias de esta falacia de pantalla dividida han comenzado a aparecer. Uno de cada cinco adolescentes estadounidenses ha recibido un diagnóstico de TDAH; mientras que el mercado adulto de anfetaminas con receta se encuentra en fase de alza, habiendo crecido hasta en un 200 por ciento desde el 2008. Alrededor de todo el país, un número creciente de usuarios de anfetamina con receta médica están llegando a las salas de urgencias y centros de rehabilitación.

Publicidad

El Dr. Lawrence Diller, autor del libro "Running with Ritalin" (Corriendo con Ritalin), señala que las anfetaminas han superado a los opiáceos en su puesto como principal causa de ingreso a clínicas de adicción en California. La respuesta que ha dado la industria de drogas TDAH a este último trofeo-estadística es quizás un poco más moderada que su reacción tras haber superado a los medicamentos para la diabetes en su categoría como la droga de más rápido crecimiento en el país durante el 2012. Para aquellos que no pueden pagar la rehabilitación, foros de adicción como QuittingAdderall.com están apareciendo.

Nuevos usuarios femeninos están impulsando el auge de la anfeta. En el mes de marzo, Express Scripts, organización que monitorea las tendencias de la industria, emitió un informe que muestra cómo mujeres de entre 26 y 34 años se han convertido en el segmento del mercado farmacéutico con mayor crecimiento, observando un aumento en recetas médicas para el tratamiento contra el TDAH de más de 85 por ciento en los últimos cinco años. En cuanto al tramo de edad existente por debajo de ellas, la generación del nuevo milenio, los diagnósticos de TDAH se han incrementado notablemente.

A lo largo de todo el espectro demográfico, el gasto nacional en anfeta se ha casi duplicado desde el 2008. Ahora es un mercado de más de $ 10 mil millones de dólares, lo cual representa a más de cuatro quintas partes del mercado mundial. El consumo de anfeta en los Estados Unidos se prevé aumentará otro cuarto más a finales del 2015. El informe de Express Scripts concluye con una pregunta retórica: "¿Estamos sobre diagnosticando y sobre medicando a la población adulta?"

Publicidad

"Medicando" no es la palabra que están buscando, pero el cuestionamiento es un buen comienzo.

Las actuales líneas de tendencia que existen entre los adultos no son una coincidencia. Durante años, las farmacéuticas han ido modernizando sus lucrativas campañas de marketing provenientes de las décadas de posguerra, enfocadas especialmente en el mercado femenino. A finales de los años 60 estas campañas tuvieron tanto éxito que millones de mujeres pasaron a depender de estas pastillas de receta médica. Fue durante este período, con el mercado de la anfeta estadounidense alcanzando un peak de alrededor de cuatro mil millones de pastillas al año, que el joven campo de la ciencia del cerebro comenzó a entender que, tal como lo dijo un erudito, "dado el acceso a suficiente anfetamina, cualquier rata, mono, u hombre eventualmente caerá en la autodestrucción."

Cuando la Organización Mundial de la Salud estudió la crisis de la anfeta en los Estados Unidos durante su apogeo de posguerra, llegó a la conclusión de que los peligros de las anfetaminas superaban al de sus beneficios en la práctica médica general. Cada nación industrial estuvo de acuerdo con esta evaluación, incluyendo los Estados Unidos, y como consecuencia, todos modificaron sus leyes. Entre las convulsiones sociales de la década de 1960 hubo un retroceso para la anfetamina, haciéndose presente en la prensa crítica, la indignación pública y las audiencias del Congreso, todos ellos factores que llevaron a limitar la producción, comercialización y venta de anfetaminas.

Publicidad

La evolución y auge que existe hoy en las anfetaminas parece inquietantemente familiar. Las proyecciones históricas e industriales nos dicen que esta nueva fiesta de pastillas pronto se asemejará a la del pasado, y que de seguro terminará igual de mal. Es una fiesta que acaba de empezar. En palabras de momswithADD.com, "Vamos a tener una fiesta de TDAH esta noche y usted está invitado!"

Si pensar sobre el futuro de la epidemia anfetamínica de los Estados Unidos podríamos estudiar sus epidemias pasadas. O bien podemos seguir el espectáculo médico itinerante de la Doctora Patricia Quinn. Ambas rutas nos llevarán hacia el mismo panorama devastador.

Durante los últimos 20 años, Quinn ha emergido como una de las mayores expertas en TDAH, siempre presente en los congresos mundiales sobre el tema. Es autora de varios libros y aparece regularmente en la televisión nacional. Al igual que la mayoría de sus compañeros en la incestuosa red de organizaciones contra el TDAH y sitios web financiados por las compañías farmacéuticas, ella toma partido por los fabricantes de la droga.

Durante años, Quinn ha trabajado como consultora y oradora para las farmacéuticas Shire, Noven y Janssen. Estas empresas venden anfetaminas. Las cifras que desbordan los gráficos demográficos de estas drogas son precisamente las de mujeres jóvenes: la especialidad de Quinn. Su vida profesional gira en torno a la preocupación de que las mujeres y las niñas estadounidenses consuman su parte justa dentro de las 200 toneladas de anfeta que este país se traga anualmente. El hecho de que el número de la población femenina buscando diagnósticos de TDAH esté aumentando tan rápidamente es la validación del trabajo de toda su vida.

Publicidad

Las nuevas cifras de la industria no han frenado a Quinn ni a sus compañeros en su trabajo por persuadir a las mujeres y niñas a buscar tratamiento para sus síntomas de TDAH. El sitio web de Quinn ADDvance.com —"Estamos aquí para ayudarle a aprender a extender sus alas y volar!" — ofrece unos peculiares cuestionarios de autodiagnóstico para el mercadeo de TDAH.

Para las niñas: "¿Está tu habitación muy desordenada?"

Para sus madres: "¿Es tu hija una soñadora, una chica poco femenina, o muy habladora? "

La biografía de Quinn explica que en sus inicios fundó un grupo llamado Centro Nacional para Niñas y Mujeres con TDAH. Vamos a tener que confiar en ella esta parte, porque la organización no tiene un sitio web. Esta es una curiosa coincidencia entre los grupos de TDAH orientados a la mujeres. El vinculo que hay en la página al Centro Nacional de la Dra. Kathleen Nadeau para Cuestiones de Género y TDAH te lleva a un sitio de promoción de un producto diferente, cigarrillos electrónicos, en particular, un modelo denominado Ave 40 Vape. Al escribir estas líneas, los corredores corporativos de Nadeau no se han molestado en cambiar el acrónimo del grupo en la URL.

Sea o no que estos centros de TDAH alguna vez existieron, al momento de recorrer las diapositivas publicitarias de Quinn, tituladas "Desorden Atencional/ Desorden Hiperactivo en las niñas y mujeres: El Trastorno Oculto", los membretes proporcionan una apariencia de legitimidad. Pero la audiencia femenina no siempre sabe acerca de sus vínculos financieros con las empresas que venden los medicamentos que ella tanto alaba.

Publicidad

Tampoco se enteran de que "anfeta" es el sinónimo más antiguo para la espiral de la adicción, el libro moderno sobre el entendimiento de la dependencia fisiológica y la tolerancia proviene de los estudios sobre los efectos de las anfetaminas en la dopamina. La presentación de diapositivas de Quinn tampoco menciona que la anfeta proporciona a los investigadores científicos la mejor simulación experimental de la esquizofrenia. Durante la década de 1960, los investigadores concluyeron que el consumo de anfetaminas habitual producía una más precisa "psicosis modelo" que el LSD.

Lo que las mujeres aprenden de Quinn es que un régimen diario de anfeta le ayudará en su carrera profesional, en su vida amorosa, y en sus cinturas. Como bien nos explica una de las diapositivas de El Trastorno Oculto: "los síntomas del TDAH predicen los comportamientos de comer en exceso… los cuales se correlaciona con el índice de masa corporal … y un patrón de ingestión de carbohidratos (dulces y aperitivos ricos en almidón) por la noche."

Diapositiva de "El desorden Oculto" de Dr. Quenn

Aparentemente la indulgencia en dulces y bocadillos ricos en almidón pueden significar un signo de TDAH, más que las malas calificaciones en la escuela. Como diría Quinn a un sitio web informativo del "Déficit Atencional", "Es importante tratar el TDAH en las niñas, incluso si parece que están haciendo bien en el quehacer académico, porque pueden estar haciéndolo a un gran costo." Quinn afirma que una vez que alguien empieza con anfeta, tiene que seguir en anfeta, ya que "el TDAH es un trastorno crónico de por vida", y la mejor forma de combatirlo es tratándolo con píldoras que "disminuyan el impulso de irse de borrachera."

Publicidad

Quinn es una de las charlatanes más ocupadas dentro del circuito de TDAH, pero también compite por el puesto de la más retro. Su venta agresiva hacia las mujeres, llena de referencias al índice de masa corporal y al estrés del "mantenimiento de la casa," es una vuelta a la estrategia de negocio de mediados de siglo y el éxito de los carteles de la anfeta legal: un mercado focalizado a las mujeres mediante la explotación de sus inseguridades sobre el peso, su productividad y su positividad, para luego dejar el resto del trabajo a la dependencia física—lo que los representantes suelen llamar "Lo pegajoso".

Los fabricantes de anfeta legal nunca se han conformado con un mercado limitado a los niños hiperactivos, al igual que una operación de metanfetamina ilegal no limitaría su clientela a los camioneros que recorren largas distancias. De hecho, los esfuerzos farmacéuticos en el crecimiento del mercado de la anfeta son tan antiguos como la primera patente de anfetamina.

A mediados de los años 30, menos de una década después de la primera síntesis de anfetamina, el psiquiatra Charles Bradley llevó a cabo experimentos con sales de Bencedrina producidas por Smith, Kline & French. Su conclusión estuvo adelantada para su época. Bradley informó que el uso médico más prometedor de esta droga era el tratamiento de niños "problemáticos" en las escuelas. Pero a SKF no le gustaron las cifras del estudio.

Publicidad

La compañía prefirió investigadores con una visión de mercado más amplia, lo que los científicos contemporáneos llamarían "medicamentos en búsqueda de enfermedades." SKF encontró lo que buscaban en Abraham Myerson, profesor de Harvard y uno de los primeros practicantes de la psiquiatría que publicó ensayos recomendando anfetaminas como un "reanimador" para cualquier persona con resaca o "tensión general."

El cuerpo de trabajo de Myerson, incluyendo el libro "The Nervous Housewife" (La Nerviosa Ama de Casa), proporcionó los fundamentos intelectuales y comerciales para el mercadeo de anfeta hacia el público general—especialmente hacia mujeres. SKF envió correos citando la obra de Myerson a decenas de miles de médicos de la medicina general. La compañía recomendaba su nueva y maravillosa droga como tratamiento para un máximo de 39 condiciones, incluyendo el hipo.

Al igual que con los actuales sitios web sobre TDAH financiados por la industria farmacéutica, estos panfletos hacen escasa o nula mención de los riesgos conocidos por la adicción, la depresión, la ansiedad, y la psicosis. El trabajo de Myerson en su época sobre la Depresión significó para SKF el comienzo de una especie de tradición dorada. Su legado vive en la actualidad en la forma del psiquiatra y profesor de Harvard Joseph Biederman, un líder clave en el crecimiento de los medicamentos para el TDAH, y quien fue censurado en el año 2008 por los Institutos Nacionales de Salud tras ocultar millones de dólares de ingresos en consultorías farmacéuticas.

Publicidad

Uno de los primeros avisos publicitarios de la droga biphetemine para la reducción de peso Imagen: Dominio Público.

La anfeta se convirtió en un gran éxito comercial después de la guerra. Durante los años 40, 50 y 60, las anfetaminas se utilizaron ampliamente en todos los estratos sociales. Pero sus mayores ganancias llegaron tras convertirse en la herramienta oficial de las mujeres estadounidenses para perder peso y "mantenerse energizadas," todo al mismo tiempo que la droga aplastaba vidas en los suburbios durante la Guerra Fría. La nación consumía una amplia variedad de anfetaminas patentadas, desde las superventas de Benzedrine, Dexedrine y Dexamyl, a cualquier número de imitadores genéricos. Más de alguna de estas marcas contenían metanfetamina.

El popular medicamento para la dieta a base de metanfetamina Obetrol, producido en Brooklyn por ReXaR Pharmaceuticals, controlaba los apetitos en Levittown al mismo tiempo que permitía mantener vivas las fiestas en "La Fabrica" de Warhol, donde era la anfeta favorita. (La mañana que Valerie Solanas disparó a Warhol, el artista se dirigía a la farmacia a recoger su receta Obetrol.)

En 1960, casi el 10 por ciento de las mujeres estadounidenses utilizaba o dependía de algún tipo de anfetamina, la mayoría prescritas para la pérdida de peso. En su libro Speed-Speed-Speedfreak, Mick Warren nos recuerda que las amas de casa adictas a la anfeta se establecieron como símbolos culturales durante esa época, sirenas en canciones de los Rolling Stones como "Mother's Little helper" (El Pequeño Ayudante de Mamá) y "Amphetamine Annie" (Anfetamina Annie) de Canned Heat. A partir de mediados de 1960, los medios comienzan a exponer la situación en diferentes revistas llamando a la acción del Congreso. Comienzan entonces a desarrollarse audiencias de alto perfil, las cuales llevarían a crear la Ley de Sustancias Controladas e impulsar la clasificación de las anfetaminas como una droga perteneciente a la Lista II, la cual la define como droga de alto riesgo de adicción y potencial de abuso, y todo esto yendo en contra de la feroz resistencia por parte de la industria farmacéutica. Por primera vez se establecieron límites federales en la producción anual de anfeta.

Publicidad

Gracias a la ayuda de amigos en el Congreso, dichas cuotas se han ido aflojando de manera constante en los últimos años, y ahora se están acercando a los niveles anteriores a 1970.

La Ley de 1970 firmada por Richard Nixon no es exactamente un modelo a seguir para la política de ración de medicamentos. Pero las audiencias que dieron origen a ella dieron en el clavo con algunas cosas importantes. Mirando hacia atrás, uno se sorprende por el realismo que definió estos procesos relacionados a la anfeta. No hubo doble marco que separara "buena" anfeta médica de "mala" anfeta callejera. Cualquiera que intentase utilizar dos categorías para la misma droga habría sido el hazmerreir de todos o bien saludado como un visionario del marketing del futuro.

A finales de 1960, las farmacéuticas produjeron hasta el 90 por ciento de la anfetamina que se vendía en la calle, y todos lo sabían. En 1964, un equipo de noticias de la CBS utilizó burdamente una identificación falsa para adquirir cientos de miles de pastillas de anfeta de las principales empresas por unos pocos cientos de dólares. Walter Cronkite terminó el informe con una bofetada en la cara a los principales fabricantes "aparentemente inocentes". A veces las farmacéuticas entregaban el  producto directamente al mercado negro. Strasenburgh, fabricante del popular Adderall y de su precursor conocido como Black Beauties, fue multado en varias ocasiones por el desvío de las píldoras, incluyendo una entrega a gran escala en el hoyo 11 de un campo de golf en Tijuana.

Publicidad

Las audiencias de 1970 comenzaron desde una hipótesis angular que consideraba las anfetaminas como adictivas e incluso perjudiciales, sobre todo cuando eran tomadas según las órdenes de un médico." Hoy en día estamos muy lejos de ese punto de partida. Lo mismo sucede con nuestro entendimiento sobre la simbiosis entre la anfeta y las epidemias de fármacos depresores. Tal como declaró David Smith, de la Clínica de Haight-Ashbury: "Lo que sucede cuando existe un fuerte cuadro de anfeta [es que] lo sigue un gran cuadro depresor."

¿Barrita de Xannax, alguien?

En todas las dimensiones del auge actual de la anfeta -química, historia, economía- "Speed" es el único sustantivo creíble.

La Dr. Quinn, una mujer de medicina, no es la única que trabaja en reactivar el mercado adulto de anfeta de la posguerra. Si damos un paseo por los sitios web de TDAH y la cobertura de los medios de comunicación (ambos vinculados a las farmacéuticas) nos encontraremos con el mismo puñado de mujeres, una y otra vez, haciendo eco a la opinión de Quinn al referirse a las mujeres con TDAH sin diagnosticar como verdaderas 'Amas de casa desesperadas.' Ellas son la población afligida oculta cuyo sufrimiento terminará sólo cuando "Sean Dueñas de su Desorden Atencional", palabras utilizadas en la campaña de marketing por el cantante Adam Levine de Maroon 5. (Más anuncios TDAH con celebridades en el futuro.)

Terry Matlen de momswithADD.com es una estrella en el mundo de la abogacía del TDAH adulto femenino. Al igual que Quinn, Matlen dice estar ayudando a las mujeres a comprender una enfermedad. Pero el mensaje entregado en el sitio web de su empresa, ADDconsults.com, está dirigido a un público muy diferente: los clientes de compañías farmacéuticas que quieren promocionar sus productos. Matlen tiene un discurso carismático para las empresas en el mercado de TDAH: "¿Le gustaría que su producto/servicio fuera visto por miles de personas interesadas en el TDAH? Debido a mi gran visibilidad en línea, puedo: promover su servicio/producto a través de muchos lugares únicos, es decir, sitios web de consultas sobre TDAH, boletines de noticias, blogs, tiendas en línea; escribir artículos relacionados con su producto; y estar disponible para representarlo a usted o a su producto en los medios de comunicación ".

Publicidad

Los clientes más recientes de Matlen incluyen fabricantes de marcas líderes de anfeta. Pero como trabaja más como una ayudante, y en realidad no prescribe las píldoras, ella ve a estas relaciones como irrelevantes para su integridad como terapeuta. "No estoy comprometida por vínculos a empresas que hacen tratamientos y medicamentos para el TDAH, ya que no puedo recetar medicamentos", dijo Matlen a Motherboard.

Sari Solden, la terapeuta establecida en Ann Arbor y responsable de ADDjourneys.com, podría montar la misma defensa. Como Matlen, Solden no es médico, pero le encanta el desafío de señalarle a las mujeres el camino correcto. En su "lista de comprobación práctica" para síntomas del TDAH publicada en ADDitudemag.com, Solden pregunta: "¿Están el tiempo, el dinero, el papel, o las 'cosas' dominando tu vida y obstaculizando tu capacidad para lograr tus metas?"

Este mes de Julio, las mujeres podrán hablar con Solden sobre sus luchas con las "cosas" en Orlando, el centro geográfico del tráfico oculto de píldoras, donde Solden disertará en la Conferencia Internacional de TDAH en adultos. El organizador de este emocionante evento anual de redes es la Asociación de Trastorno por Déficit de Atención, el grupo frontal de Ortho-McNeil-Janssen Pharmaceuticals perteneciente a Johnson y Johnson, fabricantes de Concerta. La agenda de la conferencia 2014 refleja las tendencias más importantes del mercado. Un panel se titula, "Dios mío – me he contagiado con el TDAH de mis hijos!". Pero hay mucho más que paneles informativos en este evento. La conferencia es una oportunidad para que los médicos reúnan algunas de las 100.000 personas que, según las palabras de la ATDA, "vienen a nuestro sitio web en busca de expertos que entienden y profesionales que les pueden ayudar." [El énfasis es mío.]

Publicidad

En Orlando, el ATDA celebrará oficialmente sus 25 años de existencia. Pero a manera extra oficial el grupo tiene mucho más que celebrar. Después de décadas en animación suspendida, el mercado de anfeta en el mundo adulto está nuevamente en pie, sintiéndose energético, y listo para funcionar. La estrategia a largo plazo de cultivar sociedades profesionales, médicos de atención primaria, medios de comunicación, y aliados políticos, ha dado sus frutos. Desde un principio, el arma secreta de esta estrategia han sido las mujeres como Quinn: oradoras de discursos pseudo-científicos que hablan como Oprah, que afirman sufrir de TDAH, y que tienen algo que quizás podría ayudarte a perder esas libras extra, administrar la casa, y mantener las cosas en orden.

Cualquiera que busque comprender la trampa detrás del complejo medico-industrial del TDAH debe comenzar con la historia esencial de Nicolas Rasmussen, 'On Speed: The Many Lives of Anfetamina' (En Anfeta: Las Múltiples Vidas de la Anfetamina). Rasmussen, un historiador de la ciencia proveniente de la Universidad de Gales del Sur, cuenta una historia que debería ser capaz de informar sobre todos los eventos de la materia, pero no lo logra. Cuando se trata de anfeta, la amnesia nacional es más fuerte. El reciente artículo de Ryan D'Agostino en Esquire sobre el TDAH "The Drugging of the American Boy," (Drogando al Niño Norteamericano) presenta la historia de la anfeta haciendo dos referencias clave: 1955, el año en que Ritalin fue patentado, y 1987, cuando la Asociación Americana de Psiquiatría codificó el acrónimo TDAH (en oposición a ADD). Sin tener esto en consideración, es como si recién hubiésemos descubierto el fuego.

Publicidad

Uno de los primeros avisos publicitarios de la droga para reduccioón de peso biphatemine. Imagen: Dominio Público.

Esta amnesia resulta en una una delirante y peligrosa dicción.

A los estadounidenses nos encanta la palabra "Speed" (jerga utilizada para denominar a la anfetamina, su traducción literal es "velocidad"). La utilizamos en títulos de películas, juegos de video, anuncios para la banda ancha de internet y la entrega de pizza. Su etimología incluso hace ecos a nuestros mitos nacionales. En inglés antiguo, "sped", de la cual se deriva el sustantivo moderno, significa "el éxito, la prosperidad, la riqueza, la suerte, la oportunidad, el progreso." Este origen captura toda las razones de por qué "speed" es la droga estadounidense por excelencia, como también sugiere un léxico peligroso.

Muchos artículos escritos sobre los medicamentos para el TDAH hablan sobre éxito, trabajo, competencia, y adelanto, pero intentemos encontrar tan solo uno que llame a la droga por su nombre: Speed (Anfeta). La palabra, simplemente se nos escapa cuando tratamos de averiguar por qué Johnny Prep llegó a la sala de emergencia. Cuando nuestra anfeta viene en un frasco de Blue Cross, la llamamos "medicina"; cuando es Meth Azul en una bolsa, no nos limitamos a llamarla "droga dura", si no que enviamos al equipo SWAT, declaramos el "Día de la Conciencia Nacional sobre la Metanfetamina" y observamos en nuestros televisores a la jodida clase baja sin seguro médico volverse adicta.

Consideremos la investigación del New York Times escrita por Alan Schwarts en el año 2013, "La Venta del Trastorno de Déficit de Atención." El reportaje expone las décadas de esfuerzo sistemático de las farmacéuticas por ampliar el mercado y el atractivo de los medicamentos para el TDAH que ha durado ya décadas. Aunque la pieza es bastante fuerte, Schwarz se mantiene apegado al vocabulario aprobado por la industria de marketing. El artículo siempre utiliza la palabra "medicina", y sólo luego adentrado en el texto utiliza "estimulantes". A pesar de su profundo conocimiento de las casualidades no reportadas de la anfeta, ni una sola vez utiliza la palabra "Speed", o hace referencia a la campaña de su infancia "Speed Kills".

Publicidad

Este retroceso en el lenguaje socava incluso a los ensayos en primera persona que tratan el tráfico con la honestidad más contundente. Kate Miller escribió para el blog "Anxiety" de Times sobre cómo fingió tener un diagnóstico de TDAH para tener la droga y relata su proceso de transformación hacia la adicción de Adderall. La pieza termina con Miller botando la "medicina restante" por el inodoro.

"Cometí un infantil error de cálculo, no hay acceso directo a la madurez y al éxito", escribe. "Me sentí bien al terminar de comprender que justamente la parte de mi que estaba intentando cambiar se había convertido en mi salvación."

Traducción de la jerga terapéutica: "me enganché a la anfeta, me retorcí un rato, y me salí".

En todas las dimensiones del auge actual de la anfeta -química, historia, economía- "Speed" es la único sustantivo creíble. Sólo "Speed" capta lo que se siente consumir anfetaminas y lo que hacen en tu cerebro. Sólo "Speed" implica un "Choque" de resaca (Crash), el cual define tanto a la droga como a la sensación. Sólo "Speed" hace los vínculos entre las ventas corporativas de anfetamina de hoy y las de ayer. "Speed" contiene la brecha imaginaria que separa los productos de Walter White y la farmacéutica Shire.

Para aquellos que nunca han tomado anfeta es difícil transmitirles la gravedad de un desastre de salud pública de este tipo.

La literatura clínica sobre la anfeta no es muy grande, y eso tiene algo que ver con el hecho de que las farmacéuticas financian gran parte de las investigaciónes y luego deciden qué se publica y qué no. Cuando aparecen informes independientes, como el caso del estudio de la Asociación Americana del Corazón que vincula el uso de la anfeta a un riesgo más que triplicado de desgarro de aorta —lo cual conduce a una muerte horripilante y rápida— las conclusiones no reciben mucha atención. Cuando la AAC anunció en 2007 la necesidad de mejorar la investigación sobre el poco entendido tema de los efectos a largo plazo de la anfeta en el sistema cardiovascular, los medios de comunicación apenas se dieron cuenta. La mayoría de las revistas nacionales estaban demasiado ocupadas mostrando imágenes engañosas de "la boca de la metanfetamina".

Publicidad

Hay una razón particular en el por qué grupos de fachada como CHADD y ADDA se centran en "la ciencia de TDAH", que no es una ciencia dura, e ignoran la ciencia de los fármacos utilizados en su tratamiento, que sí es ciencia dura. En el lenguaje sobrio de un artículo del año 2009 publicado en la revista Molecular Psychiatry, "Los efectos del tratamiento con estimulantes en periodos prolongados no se han explorado a fondo, y la comprensión de estos efectos es una prioridad de investigación … Los informes de casos indican que el uso de la prescripción puede producir marcados efectos psicológicos adversos, incluyendo psicosis inducida por estimulantes ".

El documento no se detiene a analizar la distinción entre el producto de la calle y el producto farmacéutico, ya que esta distinción es estrecha y no viene al caso. La separación nació con el surgimiento de los medicamentos para el TDAH y la histeria nacional en torno a la metanfetamina callejera y sucia (un hecho debatiblemente no casual). La distinción se ha fortalecido durante los años, convirtiéndose en una gruesa ventana de plexiglás que funciona como un cristal separador en nuestro debate disfuncional sobre la anfeta.

Permítanme remover este cristal y compartir con ustedes mi pequeño libro de memorias sobre la anfeta.

Durante alrededor de unos cinco años a lo largo de mis veinte, usé la llamada anfeta "mala". Mientras vivía en Praga a finales de los años 90, entonces, como ahora, capital de la anfeta en Europa, inhale pervitín, el meth local, el mismo que los nazis una vez produjeron en masa en las fábricas de productos químicos de la Bohemia ocupada. En Camboya, tomé pastillas de metanfetamina color rosado llamadas yaba (tailandés para "medicina loca"). Cuando me mudé a Nueva York a principios del milenio, me interesé en el crystal meth, "como necesidad." Hice meth por las mismas razones y con los mismos efectos que los estudiantes de segundo año en Stanford y profesionales ocupados, y con la misma intención con la que los padres del condado de Bergen buscan recetas médicas para Adderall , Ritalin y Vyvanse. Lo hice para trabajar, para competir, para aumentar la productividad. Después de un día de enseñanza de Inglés o de edición de un periódico con falto de personal, yo quería recuperar mi energía para poder dedicarme a mi propio trabajo.

Además, la anfeta es eufórica y divertida. Por lo menos hasta ese miserable momento conocido como el "choque" de la resaca (crash). Entonces harías cualquier cosa para evitar el vacío que provoca. Una manera fácil de hacerlo es tomar más anfeta. Pero luego vas generando tolerancia, y los "choques" empeoran. Después de sólo una semana de uso constante, comencé a ver cómo los demonios comenzaban a reunirse en mi interior, y la vida empezó a perder sabor. Comienzas a convertirte en un caparazón vacío y funcional.

La primera vez que alguien me dio 30 miligramos de Adderall no tenia muchas expectativas. Como conocedor de drogas pensé que iba a estar más cerca de las píldoras del estudio de cafeína que alguna vez hice durante la inocente década de los 90. ¿No es esto lo que le están dando todos esos niños de tercer grado? ¿Qué tan fuerte puede ser?

Fuerte. Mi primera experiencia con el fármaco estaba a la par con cualquier otra droga que hubiese comprado en las estaciones de tren de Bratislava. Sólo que esta era más limpia, con pendientes suaves. Después de mi primera prueba, nunca más volví a tomar anfeta "mala".

"Si entraras a un callejón trasero y te alinearan los fármacos Dexedrine y Adderall junto a una línea de metanfetamina callejera, hasta los más jodidos yonkis elegirían la Dexedrina pura," me dijo una vez James Kent, un veterano periodista de drogas y editor de DoseNation.com. "Aunque algunos podrían optar por Adderall porque el cóctel de Benzedrina añade más intensidad a la experiencia."

Durante mis próximos años, compré de la anfeta "buena", la aprobada por la revista New Yorker. Se la compre al mismo traficante que antes me vendía la metanfetamina "mala", perseguida por los escuadrones de SWAT. La compra de Aderol a estos traficantes tenía dos ventajas. Uno, vendían benzodiacepinas y opiáceos para ayudar con el "choque" de la resaca. Dos, los precios de la calle y los discretos encuentros nunca dejaron que me olvidara que estaba compando una droga dura y altamente adictiva. Los que no tienen experiencia previa antes de la anfeta no tienen este conocimiento y se olvidan.

Alrededor del año 2009 me di cuenta de que más amigos y conocidos estaban consiguiendo recetas médicas. Estas personas nunca en un millón de años hubieran sido atrapadas boca abajo comprando metanfetamina en la calle, pero aquí estaban, hablando alegremente sobre Adderall —la "medicina" de Kate Miller. Más de una de estas personas me preguntaron: "¿Por qué estás pagando $20 por píldora?." Me sugirieron hacer lo que ellos hicieron: tomar un cuestionario en línea, encontrar un médico amable aprobado por la ADDA que pudiera "conseguirlo", y así solucionar todo en la oficina del doctor.

Nunca lo consideré. Un suministro barato y sin límites de anfetamina de calidad farmacéutica entregado por un profesional médico amable me pareció un ejercicio increíblemente imprudente. Así es como te conviertes en un usuario frecuente y en un adicto. Este camino hacia la adicción está pavimentado con recibos de co-pago de  la farmacéutica Duane Reade. Por desgracia el tiempo me ha dado la razón tras ver a personas queridas heridas por la anfeta.

Una de estas personas, una mujer de 24 años de edad que llamaré Lily, consiguió su primera píldora Adderall con un amigo de su escuela secundaria. Una sucesión de psiquiatras de Manhattan felizmente fue llenando sus prescripciones desde que tenia 17 años de edad. Pasó sus años universitarios en un aturdimiento híper-productivo de anfeta, logrando buenas notas y un buen trabajo después de graduarse. En el camino, su dosis diaria se incrementó con la tolerancia. Se olvidó de quién era ella, desarrolló una ansiedad aguda, y casi pierde su maldita cabeza, si no su alma. Trató de dejarla a mitad de camino de su espiral, pero los médicos le dijeron que era peligroso dejar de tomar "la medicina" de manera tan brusca." En lugar de ayudarla a dejar la anfeta, la cual ella sabía era el problema, la pusieron en régimen de Effexor, un anti-depresivo y ansiolítico del tipo IRSN. Finalmente se deshizo de sus médicos después de sufrir una convulsión en una bodega de Brooklyn al final de un largo viaje de insomnio anfetamínico.

"Al momento del accidente yo estaba tomando 90 miligramos de Adderall al día", dice ella. "Conocía a otras chicas que estaban tomando la misma cantidad o más. No sé si alguno de nosotros alguna vez tuvo lo que llaman TDAH, pero los efectos [del Adderall] comenzaron a parecerse exactamente a cómo se describen los síntomas del TDAH. Me dijeron que lo necesitaba, así que me lo creí, pero en realidad era una adicción ".

Para aquellos que nunca han tomado anfeta es difícil transmitirles la gravedad de un desastre de salud pública de este tipo —junto con su corrupción subyacente— la cual resulta en estudiantes universitarios sanos tomando 90 miligramos diarios de sales de anfetamina bajo las órdenes displicentes de un médico. A 90 miligramos al día, la pregunta no es si la persona eventualmente va a experimentar alguna forma de psicosis anfetamínica, si no en qué grado y cuándo. Jack Kerouac y Neal Cassady habrían tenido problemas en mantenerse al día con las dosis de la "generación anfeta" de hoy.

Creo que los adultos deberían tener acceso a la anfeta si así lo desean, sin temor a ser detenidos, así como acceso al tratamiento de su adicción si así lo necesitan. El problema comienza, y se convierte en un escándalo nacional y en crisis, cuando los comerciantes corporativos socialmente sancionados se les permite comercializar deshonestamente estos medicamentos a través de una sofisticada red que impregna todos los establecimientos médicos, siendo respaldados por el poder de la publicidad moderna. Ningún traficante de metanfetamina nunca trató de decirme que su producto era un estimulante inofensivo. Ningún cártel mexicano hizo grandes compras en las revistas médicas para acaparar el mercado de niños de quinto grado, o contrató estrellas pop para impulsar su producto en las madres jóvenes a través de la televisión nacional.

Como Adam Levine podría atestiguar, pero no lo hará, las consecuencias de la anfeta se vuelven más oscuras y severas con la edad. Estando en la mitad de mi década de los 30, mi uso de anfeta se ha convertido en algo extremadamente raro y estratégico -un impulso de emergencia reservada para las situaciones de plazos de entrega más graves. Ahora incluso me da miedo pensar en 10 miligramos de Adderall, y lo considero como una especie de castigo. También he llegado a ver a la anfeta como la némesis de la creatividad y el pensamiento, es el fármaco para robots más moderno que existe. No voy a mentir y decir que nunca tiré nada por el inodoro, o que nunca tomaré anfetamina de nuevo. Pero ha pasado mucho tiempo desde que compraba esas cosas. Ahora me quedo con los clásicos del café y el té, que creo honestamente pueden ser descritos como estimulantes inofensivos.

Ahora cuando me encuentro con gente que esta considerando conseguir recetas médicas les cuento sobre sobre la adicción de Lily, su ansiedad y sus convulsiones. Las líneas de tendencia de la industria son graves, y todas ellas apuntan hacia arriba. Ella no fue la primera víctima no registrada de esta nueva crisis de anfeta. Y está muy lejos de ser la última.

Amanda Knudsen contribuyó a este artículo.