El caso Chevron y cómo las petroleras salen indemnes en el Amazonas ecuatoriano

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El caso Chevron y cómo las petroleras salen indemnes en el Amazonas ecuatoriano

Una vez más los intereses del gobierno y las corporaciones gana y el medioambiente pierde.

Una de las sagas legales más largas y deprimentes de las últimas décadas padeció un revés definitivo este lunes: un tribunal estadounidense ha resuelto que la corporación petrolera Chevron no tendrá que indemnizar a los indígenas ecuatorianos por haber destruido su hábitat. La sentencia inicial había condenado a la multinacional a pagar 9.500 millones de dólares por haber perforado en busca de petróleo la zona del Lago Agrio en la selva amazónica.

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Los motivos de la nueva sentencia son múltiples: Texaco (actualmente propiedad de Chevron) había sido absuelta del proceso de litigación por el gobierno ecuatoriano. Sucedió en los 90, después de que la compañía petrolera estadounidense pagara 40 millones de dólares a cambio de limpiar las fosas de residuos que quedaban en la zona. Sin embargo, en el año 2011, un tribunal ecuatoriano dispuso que la compañía pagara 9.500 millones de dólares en concepto de daños y perjuicios. Dado que Texaco no tiene bienes en Ecuador, esta decidió no pagar. Los demandantes originales, a quienes se había denunciado en Estados Unidos, perdieron. La empresa ha logrado salir indemne, después que un tribunal de apelación de Nueva York haya concluido que los demandantes habían ganado el caso en Ecuador valiéndose del chantaje y del fraude.

Si bien los ecuatorianos han decidido llevar ahora el caso ante la justicia canadiense, la decisión del tribunal de apelación no les va suponer ningún favor. El semanario Bloomberg Businessweek ya ha advertido que "Chevron no podría haber obtenido una victoria más incontestable".

Los vecindarios petrolíferos creados tras la masiva tala de árboles de la selva amazónica. Han brotado por todo el Amazonas ecuatoriano. Imagen: Jason Koebler

A lo largo de los últimos 20 años de batalla legal, Steven Donziger, el abogado de los demandantes, fue acusado por el tribunal de haber fabricado algunos pasajes de un informe medioambiental que se había presentado ante un juez ecuatoriano. Y no solo eso, Donziger habría comprado al juez y redactado personalmente parte de la sentencia.

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Ahora, por mucho que a nadie se le escapa que la destrucción medioambiental es irreparable, el tribunal de apelación neoyorquino ha advertido en su sentencia que "incluso aquellos clientes que sean inocentes podrían salir perjudicados por la actividad fraudulenta de su abogado".

El prestigioso semanario Wall Street Journal se ha referido al caso en su editorial: "Uno de los fraudes más indignantes de la historia podría acercarse a su fin". Y lo ha rematado escribiendo que "esta parece que será la reivindicación definitiva de Chevron". Por su parte, los académicos del derecho apuntan a que el gran perjudicado de toda esta trama será el mismo Donziger, a quien se ha acusado de intentar sacar dinero de la próspera empresa estadounidense.

Pero aún así el comportamiento negligente y fraudulento del abogado está lejos de explicar lo que ha sucedido realmente en el Lago Agrio. Los intereses corporativos y gubernamentales han vuelto a prevalecer por encima del interés del enclave medioambiental más importante del planeta. Las empresas petroleras siguen teniendo las manos manchadas de sangre por su ominosa perforación de la selva amazónica ecuatoriana. Y lo cierto es que al día de hoy, el amazonas ecuatoriano sigue siendo el escenario de uno de los desastres medioambientales más salvajes e irreparables de la modernidad.

Una vez más ganan los gobiernos y las corporaciones. Y una vez más los grandes derrotados son los indígenas y el medioambiente.

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En las zonas dañadas por las excavaciones petroleras los vecinos han creado lagunas artificiales para criar peces, puesto que los que viven en el río son demasiado tóxicos para el consumo humano. Imagen: Jason Koebler

Los vecinos del Lago Agrio todavía se bañan y lavan sus ropas en el caudal oscuro de los ríos teñidos de petróleo que surcan la zona. Muchas de las poblaciones que habían vivido tradicionalmente de la tierra, ahora pescan ahora en lagos artificiales. Se han visto obligados a construirlos tras comprobar que la carne de los peces de río es demasiado tóxica para ser ingerida. Además estas comunidades beben agua embotellada porque la del río es cancerígena. Asimismo se han multiplicado los defectos de nacimientos y el cáncer entre las comunidades indígenas de la zona.

Grandes franjas de la selva amazónica han sido taladas. La deforestación ha permitido construir carreteras para desplazar toda la maquinaria necesaria para obtener el petróleo y para sacarlo luego en camiones. Pasé una semana en la región durante el 2013, cinco días en una reserva de preservación natural mantenida por la Universidad San Francisco de Quito y unos cuantos días en un asentamiento para indígenas ecuatorianos creado por empresas petroleras. Las fotografías no hacen justicia a la devastación medioambiental. Estas palabras no le hacen justicia.

Ninguna suma de dinero podrá reparar el daño que se ha infligido al Lago Agrio

En la reserva natural, los sonidos de la selva mantienen despierto a todo aquel que no esté acostumbrado a la vida salvaje. Algunos de los botánicos y entomólogos más prestigiosos del mundo recorren la jungla en busca de plantas e insectos todavía desconocidos para la ciencia. De hecho, cada vez se detectan más especies y plantas desconocidas. Desplazarse por la selva es peligroso para los debutantes porque es usual toparse con alguna araña venenosa, una serpiente letal o alguna variedad gigantesca de un insecto. Este es el lugar del mundo donde existe la mayor concentración de jaguares.

Pero allí donde se perfora en busca de petróleo ya no quedan animales. Apenas se levantan un puñado de árboles, el pasto se parece más a las afueras de cualquier ciudad industrial que al de la mayor selva del mundo y solo se escucha el sonido de las máquinas.

La noticia de este enorme atropello va mucho más allá de un simple titular, tipo Chevron destruye el Amazonas. Gran parte de la devastación medioambiental ha sido provocada por las compañías petroleras públicas del gobierno ecuatoriano después que Texaco decidiera abandonar el país. Normalmente la hoja de ruta de los gobiernos y de las corporaciones para explotar las tierras de los indígenas sigue una fórmula preestablecida en todo el mundo. Lo que ha sucedido en Lago Agrio es lo que sucede cuando a un país en vías de desarrollo se le obliga a elegir entre proteger su medioambiente y a sus ciudadanos autóctonos o embolsarse millones de dólares.

Cualquiera que visite la zona destrozada comprobará que con 9.500 millones de dólares no se puede ni empezar a reparar todo el daño que se ha infligido. En realidad no existe cifra de dinero alguna que pueda reparar el daño que se le ha hecho al Lago Agrio. En abril de este año, 200 nuevos pozos de petróleo entraron en funcionamiento a solo unos metros de allí, en la cercana ciudad de Yasuni. Yasuni había sido hasta hace poco una de las zonas más vírgenes del Amazonas y uno de los lugares con mayor biodiversidad de todo el planeta.